DE
LA PUREZA
Una de
las historias que más me han conmovido desde que me dedico a estos menesteres,
es la que me contó un domingo soleado, mi gran amiga de toda la vida, una mujer
reaccionaria y poco convencional, a la que quiero muchísimo. Tenía como vecinos
cercanos (dos kilómetros de distancia) a una familia formada por padre, madre y
dos hijos. Este clan poseía de especial el hecho de que vivía al margen de cualquier
pauta consumista, en armonía y en paz con el medio y consigo mismos.
Eran unos Hippies Naturistas y poseían su pequeña morada en plena
montaña, autoabasteciéndose de su propio huerto y de sus animalitos de granja y
corral.
Por la mañana, al primer
canto del gallo (como a las cinco de la madrugada) se levantaban para cuidar y
alimentar sus bienes orgánicos y educar a sus hijos Cielo Azul y Nube Blanca
en la más pura y sencilla asignatura jamás impartida: La sabiduría de la Tierra.
A la caída del Abuelo Sol, se dedicaban a escuchar Rock Psicodélico, Groove y Folk Contestatario.
Mientras Cielo (cuatro años mayor que Nube) desarrollaba su vena artística,
pintando hermosos cuadros, componiendo música y esculpiendo en barro figuras
simbólicas para sus rituales sagrados. Por su parte, Nube, gran amante de los
animales, hablaba con ellos todos los días para conocer su estado de ánimo, les
enseñaba expresión corporal y utilizaba la magia blanca para prevenir de
enfermedades a sus queridos bichitos.
Antes de la entrada de la Abuela Luna, los cuatro solitarios,
tomaban un baño en su Temazcal privado para ir bien relajados a descansar,
dando gracias a la vida por el día que les había sido regalado.
Y así un día y otro. Durante
años esta familia se dedicó a hacer el bien para sí mismos y para su entorno
natural, sin que ningún mal ajeno viniese a molestarles (salvo aquella vez en
la que un alcalde pasó por allí para intentar recuperar algún voto desesperado,
quedando aquello como una irrisoria anécdota que los padres de Cielo y Nube les
contaban cada Navidad).
El día uno de enero Cielo
Azul cumplió diez y ocho años. Los padres, preocupados por su crítica edad y
sabiendo que había otro mundo fuera de aquel idilio, decidieron tras mucho
cavilar, enviar al chico a casa de unos tíos cercanos bastante lejanos (pues
entre ellos apenas había comunicación), con el fin de que experimentase, por sí
mismo durante unos meses, qué historias se ocultaban más allá de las montañas
sagradas en las que vivían.
Cuando Cielo Azul llegó a
la ciudad, lo hizo en un día dos de enero. Únicamente portaba como equipaje su
ligera mochila acomodada sobre su espalda.
Se bajó del autobús que le
había transportado hasta lugar indicado y allí ante la marabunta de seres que
corrían de un lado a otro, quedó completamente perplejo al asistir a aquel
perturbador espectáculo.
Vehículos de todo tipo
iban tocando el claxon indiscriminadamente y sus ocupantes lanzaban las Clásicas Palabras Soeces, esas que
tod@s conocemos pues no hemos sido educados en ninguna familia naturista.
Deslumbrado por la
invasión de carteles anunciadores en luces de neón, entró sin saberlo en una tienda
siendo empujado por la muchedumbre ávida de comprar lo que fuese al precio más
barato. Y es que, lo que Cielo Azul aún no sabía era, que habían llegado LAS REBAJAS a la ciudad y que todo
tomaba un cariz aún más agresivo e inhumano que de costumbre.
Hasta entonces, para él,
las rebajas eran simplemente unas mujeres Re
Bajas, o sea muy bajas o requeté bajas, casi del tamaño de una silla. De
hecho, él mismo había pintado un cuadro en el que a través de una figura
femenina bajita y gruesa trataba de simbolizar la sencillez y a la vez la
grandeza de la fertilidad.
Mujer Re Baja pintada por Cielo Azul, en tonos azules
A LA LOCURA
Al día siguiente, Cielo
Azul, con cámara, papel y lápiz y enjaezado con Atuendo Incómodo de Chico Urbano (pantalones caídos mostrando su ropa
interior, jersey ajustado marcador de musculatura y zapatillas pro ampollas en
los pies), se lanzó a la jungla para cumplir con el ritual de iniciación
propuesto por sus padres.
Transcurrido un mes, ya
tenía casi todo el material documental para componer sus pequeñas memorias. De
modo que, conmovido y agradecido por la oportunidad que sus mayores le habían
brindado de poder ensayar una experiencia como aquella, decidió escribirles una
carta relatando y documentando la pericia vivida por él mismo en aquella urbe:
“Queridos
Hippie-Padres y Nube:
Os
escribo para relataros los resultados de mi aprendizaje en este mundo tan raro
al que me habéis enviado, pero ante todo quiero que sepáis que estoy bien y que
os echo de menos.
Aquí
la gente se levanta tarde, como a las siete o las ocho de la mañana y desayunan
unas cosas rarísimas con forma circular y un agujero en el centro, a las que
llaman Donnuts o algo así. Un día probé uno y me sentó muy mal, me salieron yagas
en el cielo de la boca y en los labios, pero ya se me ha pasado y ahora los
como todos los días con un café, mientras me peino con una gelatina
transparente para que el cabello se me quede mirando hacia el cielo. Me ha
dicho el primo que eso es Una Moda.
Entonces
salgo de la casa de los tíos y camino por lo que aquí se conocen como Calles. Están hechas de un material
gris, duro y maloliente por el que circulan unos vehículos con personas dentro
que gritan y emiten sonidos estridentes con un claxon. Diría que esto lo hacen
para hacerse notar, porque como hay tanta gente aquí, no quieren pasar
desapercibidos ni por un momento. Pero me gustaría profundizar un poco más en
este hecho insólito.
Las
personas del lugar no se conocen entre sí. No os lo vais a creer pero no se
miran cuando pasan al lado unos de otros. Incluso yo diría que se evitan. Por
el momento desconozco la razón. Quizás lo descubra pronto y os lo contaré.
Lo
que si he descubierto es, hacia dónde van todos estos seres. Porque los he
seguido sin ser visto ya que ando camuflado. Todos, todos, van a desembocar al
mismo sitio. Se trata de unos lugares llamados Tiendas. Bien, pues dentro de ellas se está dando un gran fenómeno
conocido con el nombre de... Las Rebajas.
Resulta
que todos los artículos que hay en su interior poseen un valor económico más
bajo de lo normal (según me han dicho) y entonces los seres se lanzan como
locos para poder obtener estos objetos. Cuantos más mejor.
Es una carrera bianual (pues en verano hay otra) que organizan Los Comercios donde se proclama ganador/a el que más elementos inservibles logre reunir durante un mes entero. Jugando hombres y mujeres en la misma categoría.
Récord de año pasado:
Elementos
reunidos por un solo concursante en una hora
La
única norma que existe es que al finalizar el concurso se ha de pasar por un Mostrador y pagar, o con dinero o con
unos plásticos duros de forma rectangular que se conocen con el nombre de Tarjetas. Aún no sé cómo se obtienen,
pero casi todos los concursantes poseen dos como mínimo. Con un poco más de
tiempo lo averiguaré.
Por
lo demás no hay reglas:
- Se permite dar grandes saltos por
encima de otros seres y pisotearlos si es necesario.
- Se puede luchar por una prenda aunque
ésta se rompa en dos mitades. Siempre y cuando esté al cincuenta por cien.
- Se acepta cargar con tres veces tu
propio peso o volumen. Y además, las mujeres deben hacerlo subidas en unos
zapatos rarísimos y altísimos que provocan a menudo torceduras y juanetes. (¿A
qué se deberá esta dificultad añadida para las féminas?).
- Se concede desnudarse públicamente a
los concursantes. Algunos ya vienen despojados de casa para no perder el tiempo
en los probadores.
Ah,
por cierto, me miro al espejo y me veo más grueso, creo que he ganado algunos
kilos y no me lo explico pues siempre estoy haciendo cosas sin parar y además
duermo poco. El tío dice que eso es Estrés.
Creo que parezco hasta algo mayor.
El
primo me ha sugerido acudir a un Gimnasio
con él por las noches para ponerme en forma, ya que por las tardes me dedico a
poner en orden mis investigaciones. ¿Qué será eso del Gimnasio?.
No
sé si me equivoco, pero yo creo que aquí la gente no es del todo feliz, se les
nota en la cara, pues apenas tienen expresividad. Y este hecho, la verdad, me
pone triste. Aunque, menos mal que tienen estos concursos bianuales, parece que
se divierten mucho de esta manera.
Aún
me queda algo de trabajo aquí. Tengo que averiguar lo del claxon, lo de las
tarjetas de colores, lo de los zapatos de tacón, lo del pelo hacia el cielo, lo
de la comida de colores, lo del azúcar, lo del estrés, lo del gimnasio y otras
curiosidades más.
Pero
quiero que sepáis que no cambiaría por nada la vida junto a vosotros en nuestra
pequeña casa en la montaña, principalmente porque os quiero mucho y también
porque allí me siento EN PLENA LIBERTAD.
Un
fuerte abrazo de vuestro querido hijo, Cielo Azul.
PD:
"¡Ah! Nube, espero que no te pongas triste por lo que voy a contar ahora, pero aquí
casi no hay árboles, ni animalitos sueltos con los que intercambiar opiniones,
solamente los encierran en unas cárceles especiales para ellos donde permanecen
sin moverse hasta el día en que los matan para luego comérselos. Pero no llores
por favor. Te quiero”.
que chulo mo!! me ha encantado.....un poco dura la PD de cielo a nube...
ResponderEliminarSi, lo sé, cuando lo he vuelto a leer hasta yo me he emocionado. Pero quería hacer hincapié en el modo de vida que llevamos tan duro e inhumano...¡¡¡ Gracias por tu comentario...¡¡¡
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