LAS PRISAS DE HOY
Llega un
momento en la vida de toda persona en el que un@ debe plantearse muy en serio
como poder llegar a superar esos estados de letargo, pasividad y depresión que
afectan tarde o temprano a nuestro ser debido a múltiples circunstancias.
Éstas, son de tan diversa índole que a veces no sabemos cuál precede a cual o
simplemente no sabemos a qué se deben, que dicho sea de paso, es peor lo
segundo que lo primero.
Infinidad de libros,
profesionales y chamanes nos han hablado a lo largo de la historia acerca de
cómo superar obstáculos, vencer miedos o transmutar energías a través de
terapias clásicas o alternativas, fármacos excepcionales o revolucionarios
consejos. Por eso, es común encontrar personas que van muy rápido por la
ciudad. Personas que o en traje o en chándal, en coche o en moto, van buscando
a toda prisa el elixir que les ayude a vencer sus limitaciones.
Personas
con prisa buscando elixires a buen precio
Resulta
obvio reconocer que esta actitud genera diversos contratiempos. Entre los más
clásicos se encuentran los populares Choques
entre Personas. Estos choques suceden cuando dos o más personas inmersas en
esa búsqueda tan legítima de superación personal, corren a toda prisa por el
mismo camino pero en sentido contrario. Produciendo, a menudo, incómodas caídas
llegando incluso a originarse las típicas lesiones de las que entre las más
comunes, se encuentran…:
-
Dolor en las nalgas: por fuerte caída hacia
atrás sobre el pavimento.
-
Sangrado labial: debido a un choque frontal
con otra persona de igual tamaño.
-
Rotura nasal: producido por reacciones
nerviosas al querer esquivar a otro ser y chocar contra el mobiliario urbano
(normalmente farolas).
-
Etc.
Todos
estos infortunios son unos hechos muy frecuentes entre este tipo de seres y
como sucede tan a menudo se genera a su vez un notable aumento de ingresos
hospitalarios por urgencia. A su vez se ocasiona un excesivo gasto en Sanidad Pública
por lo que los políticos y gobernantes de todo el mundo comenzaron a estar preocupados.
LAS MARAVILLOSAS ENDORFINAS
Después de que los griegos
inventaran Las Olimpiadas, el ejercicio físico se instauró de forma paulatina
en nuestras vidas como algo fundamental para poder sobrellevar nuestro día a
día y sobre todo para mejorar visiblemente nuestra salud y nuestro aspecto
físico.
Múltiples son los
beneficios de este gran y antiguo invento:
-
Atenúa la sensación de fatiga.
-
Reduce los niveles de colesterolemia.
-
Disminuye el riesgo de trombosis.
-
Inmuniza contra el estrés.
-
Es un factor de longevidad.
-
Ayuda a disminuir el sobrepeso.
-
Y lo que es mejor, libera endorfinas.
Las endorfinas son
péptidos opioides endógenos que funcionan como neurotransmisores. Está muy
claro, ¿no?. Por eso son tan
importantes. Ocurre que cuanto más rebuscada y técnica es una frase científica
mayor es su capacidad de curación, mejores son sus propiedades y más exitosos
son los resultados obtenidos. Es por ello, que hoy en día sabemos a ciencia
cierta y tan claramente lo buenas y maravillosas que son, Las Endorfinas.
Maravillosas
endorfinas sonriendo porque saben que son muy buenas.
Cuando los científicos descubrieron esto, avisaron a sus amigos políticos y éstos a su vez, que tienen una amplia y extensa visión de marketing convencieron muy fácilmente a sus amigos los farmacéuticos, que tienen una enorme visión económica. Y fue de este modo como decidieron comercializarla en un intento de evitar que los hospitales se colapsasen y dicho sea de paso, llenar bien sus propios bolsillos.
Las maravillosas
endorfinas se vendieron muchísimo, tanto fue así que era muy común entrar en
una farmacia y ver una cola de seres que salía hasta el exterior y daba la
vuelta a la manzana.
Incluso una vez, yendo a
por suero fisiológico para mi mascota, pude presenciar algo que captó
enormemente toda mi atención y allí me quedé expectante y observando de la
conversación entre un ser y un farmacéutico:
El farmacéutico de bata
blanca y con gafas, dijo…:
-
“¡Siguienteee!’’.
Y el Siguiente le respondió
lo esperado:
-
“¡Endorfinas.
Quiero endorfinas, por favor!’’.
A lo que el farmacéutico
muy acostumbrado por su monotemático trabajo, preguntó:
-
“¿Cuántas
le pongo?’’.
El Siguiente, aun sabiendo
que estos medicamentos a pesar de no requerir receta médica tenían sus
limitaciones para ser dispensados (cosa que me parece lógica ya que cuando los
descubrimientos de este tipo se prueban con ratas de laboratorio y estas dan negativo
en el análisis; como en este caso: los estados de euforia exagerados y en
extremo, los estados de letargo idiotizado; las ventas tienen que controlarse
de alguna manera), entonces dijo:
-
“Pues quiero tres cajas de endorfinas
amarillas, cuatro de naranjas y diez cajas grandes de endorfinas rojas’’.
Inmediatamente, el
farmacéutico sabiendo que la distribución masiva de estos simpáticos opioides
estaba penada con sanciones económicas, interrumpió al ser y prefirió ir a lo
seguro sabiendo que la cola llegaba hasta la calle de atrás:
-
“Lo
siento pero solamente puedo dispensarle una caja por color’’.
Muy sorprendido y un tanto
indignado el ser le responde:
-
“¡Cómo
va a ser eso, si en la farmacia de mi barrio me venden las que quiero!’’.
-
“Nos
está prohibido Señor (los
farmacéuticos tienen mucha educación. Siempre. Porque perciben importantes
ingresos), lo siento mucho pero no puedo venderle tantas cajas’’.
La indignación fue
creciendo ante la negativa del farmacéutico, hasta que comenzó poco a poco a
desesperarse:
-
“¡Cómo
puede decirme usted eso y quedarse tan tranquilo ahí con su bata blanca y sus
gafas… y todo…!’’.
-
“Oiga,
caballero, cálmese por favor, ¿no precisaría usted de Tranquimacín, Tranxilium
o similar?. Quizás esto le venga mejor que la Endorfina, ¿cómo lo ve?’’.
-
¿Cómo
lo veo?. ¿¡Que cómo lo veo?!. Claro usted como tiene todas las endorfinas que
quiere no le preocupa si los demás lo pasamos mal o estamos necesitados, ¿verdad?.
Qué fácil es su vida, ¿¿¿VERDAD???. Gritando.
-
Oiga,
se está usted extralimitando, tranquilícese, por favor, todo tiene arreglo y no
me grite de ese modo, por favor.
La gente de la cola que
hasta ahora había permanecido en silencio y expectante, ahora, ante la remota
posibilidad de convencer al farmacéutico de que la venta se realizase por
pedidos grandes, comenzó a ofrecer su punto de vista:
-
“SI
ESO. QUÉ FÁCIL ES SU VIDA, ¿NO?. USTED
ESTÁ AHÍ CON SU BATA BLANCA Y SUS GAFAS Y TODO. Y, Y, ADEMÁS… CLARO COMO USTED TIENE
TODAS LAS ENDORFINAS QUE QUIERE NO LE MOLESTA SI LOS DEMÁS LO PASAMOS MAL O
ESTAMOS NECESITADOS, ¿VERDAD? QUÉ FÁCIL ES SU VIDA, ¿¿¿VERDAD???’’.
El farmacéutico al oír la
frase se quedó un tanto extrañado y dijo:
-
“Oigan,
pero si eso ya me lo han dicho antes’’.
A lo que los seres de la
cola que respondieron sin saber que no habían inventado nada nuevo y que
probablemente sus escasas posibilidades de conseguir tan preciado medicamento
ya habían expirado. En un intento de salvar la poca dignidad que les quedaba,
respondieron:
- “SI, SE LO HAN DICHO. ¡PERO EN MINÚSCULAS!.
O ES QUE SE CREE QUE SOMOS TONTOS’’.
El farmacéutico supo
entonces que las endorfinas estaban comenzando a crear sus temidos efectos adversos
a la población, primero la euforia exagerada y después el letargo idiotizado.
Tras solucionar el
problema distribuyendo placebos entre los integrantes de los reaccionarios y
con el fin de disolver la manifestación, se puso inmediatamente en contacto con
todos los políticos y gobernantes de la zona que estaban de guardia en ese
momento y en tiempo limitado las endorfinas se retiraron del mercado porque: ¡qué
iban a pensar sus colegas de la Unión Europea al descubrir tal negligencia!.
Al poco, todos los
programas de la televisión comenzaron a emitir capítulos a cerca de los
beneficios del deporte para la salud. Y es por ello que hoy los centros
deportivos están tan llenos. Tanto, que es cotidiano ver a es@s obses@s del
deporte día tras día hora tras hora musculando y corriendo en cintas y
elípticas desesperadamente en busca de la liberalización de sus endorfinas.
Una nueva Raza ha nacido y
esto lo podemos ver en estos lugares llamados Gimnasios si permanecemos un rato
en ellos, callad@s y escuchando las banales conversaciones que allí se tienen.
Es posible que estén
liberando demasiadas endorfinas y les hayan llegado los conocidos y temidos
efectos adversos. Que la euforia se haya pasado y que estén viviendo
ahora en el aturdimiento.
Como decía mi
penta-bisabuelo al que nunca conocí y que nunca pisó un gimnasio, en un momento
cualquiera en un día cualquiera “Todo es
bueno en su justa medida”.
Por todo y principalmente
por los sabios consejos de mi penta-abuelo, considero a bien acudir a estos
centros deportivos, con el fin de conseguir esos beneficios que nos proporciona
el ejercicio físico, pero hemos de saber que demasiado rato en su interior nos
puede provocar una especie de letargo irreversible a las que se sobrepondrán las
inevitables consecuencias anteriormente mencionadas.