miércoles, 8 de febrero de 2012

TOMATE NATURAL ESCAPA DE LA MANIPULACIÓN GENÉTICA


El primer tomate de la historia Modificado Genéticamente y después comercializado a gran escala es el Flavr Svr. Hete aquí el susodicho:
Perfectos tomates formateados inmaduros e inmaculados

Muchas personas considerarán a este tomate culpable de los cargos que se le imputan: haber sido un Organismo Modificado Genéticamente (OMG). Del mismo modo que la soja, el maíz, la patata o el trigo. Sin embargo otras presumirán su inocencia argumentando por ejemplo, la perfección y los valores nutricionales inalterables del producto obtenido.

Y es que en un mundo donde la “libertad de expresión” es la bandera mejor portada por l@s Consumistas Implacables, cualquier argumento es válido para defender cualquier tipo de atrocidad.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano, ha venido experimentando y modificando ciertas plantas o cruzando animales de distintas razas con el fin de satisfacer su curiosidad y por qué no, obtener ciertas ganancias a pequeña o mediana escala.

Pero, ¿qué nos ocurrirá si éstas bien-vendidas prácticas se realizasen a nivel mundial?. ¿Qué tipo de impactos producirían sobre nosotr@s y la Tierra?. Y, ¿a qué es debida esa imperiosa necesidad de cambiar constantemente este orden natural de los acontecimientos?, ¿acaso no nos conformamos ya con lo que tenemos?.

Una soleada mañana de sábado, con mucho sueño estacional atrasado, en la que lo único que tenía que hacer por obligación autoimpuesta era ir a depilarme. Decidí antes salir a tomar un delicioso desayuno en la nueva cafería ecológica de la calle de al lado. Decorada a la última en verde y blanco y con productos naturales exentos de OMG. Me sentí como una privilegiada de clase alta. Pero las tarifas por querer comer sano fuera de casa resultaron de lo más escandaloso. 25€ por una macedonia de frutas ecológicas de estación y unas bollos de pan de centeno con aceite de lino tostado me despertaron de inmediato.

A punto de irme de allí con el bolsillo resentido quise estar al día en cuestión de noticias y le eché un vistazo ligero al periódico: Lo Que Debe Contarse Al Pueblo. Un conocido diario de tirada nacional que había publicado en titulares: TOMATE NATURAL ESCAPA DE LA MANIPULACIÓN GENÉTICA. Acompañado de una sufrida imagen del presunto delincuente con expresión de grito a lo Edvard Munch:
Tomate Natural gritando asustado por los cargos que se le imputan

Dado que nunca había presenciado un juicio público decidí ataviarme con traje de chaqueta para no desentonar y me encaminé hacia los juzgados con el fin de esclarecer algunas cuestiones de vital importancia para mí.

EL TOMATE NATURAL A JUICIO

En el exterior, la prensa y televisiones de todos los países se agolpaban obstruyendo el paso queriendo arrancar algunas palabras a Tomate Natural o a su abogado. Las organizaciones de ecologistas y los consumidores afectados agitaban sus pancartas y lanzaban gritos en favor y defensa del pobre tomate.

Junto con el resto de cotillas del pueblo conseguí entrar a trompicones en la fría sala. Muebles de madera oscura y antigua, sillas incómodas para los testigos la concurrencia y el acusado; sillones para los abogados, el fiscal, el secretario; y trona para el juez. Persona de máxima autoridad pública investido de la potestad jurisdiccional.

El proceso comenzó sin dilaciones a la hora prevista. Algo inusual y sin precedentes, pero el caso, cargado de gravedad, así lo requería.

Cuando Tomate Natural fue llamado a declarar su aparición causó expectación y un gran susurro invadió el vacío. El juez puso orden de inmediato decretando silencio con su enorme maza de madera. Y comenzó el interrogatorio con el abogado de la acusación:

-      “¿Declara que es usted el Señor Tomate Natural o acaso no lo es?”.

-      “Sss… si…”. Contestó algo temeroso.

-      “Si, ¿qué? ¿qué sí lo es, o que sí no lo es?”.

La pobre verdura colorada intuyó desde el principio que aquello no iba a ser nada sencillo.

-      “Sí, yo… creo que lo soy”. Afirmó.

-      “Que si lo es ¿quién? ¿quién cree usted que es?”. Insistió de nuevo el abogado contario.

-      “¿Quién soy? No, no, no sé ahora mismo quien soy”.

El juez, que había quedado para ir de compras aquella tarde con su mujer necesitaba acelerar como fuese el dichoso proceso y con su inquebrantable potestad interrumpió al abogado:

-      “Señor letrado déjese de extravagancias. Vaya usted a la pregunta”.

-      “Si señor juez”. Y prosiguió con su interpelación. “Señor… ¿Tomate Natural?”.

-      “Sí”. Respondió la verdura.

-      “Se le acusa de rebeldía y alteración del orden público. Además se han presentado varias denuncias pues la noche de los acontecimientos conducía usted un coche robado de la policía. Y Trigo Integral, Patata Roja y Soja Blanca afirman haber sido raptad@s por usted”.

-      “Yo no… vamos, quiero decir que yo no…”.

Tomate estaba intranquilo y confuso pues no era cierto que hubiese huido con un coche robado ni había tomado como rehenes a tres de sus compañeros de huerto.

Su único  error fue querer escapar de las manos de un científico de una de las más grandes empresas dedicadas a la manipulación genética (Epicyte). Él defendía su libertad de no convertirse en un ser irreconocible ante el espejo y su familia. Defendía el derecho a una vida natural hasta el momento de su muerte en una ensalada o en una salsa.

Pero el abogado contrario insistía con sus frases cargadas de desconcierto.

-      “La noche del sábado veintitrés, estuvo usted allí hasta que se marchó. Con el coche robado de la policía. ¿No es cierto?”.

-      “¡Yo!, ¡Coche robado!”.

-      “Luego, afirma que fue usted quien robó el coche de la policía ¿no es cierto?. ¿O si es cierto?”.

-      “Si, o sea, no…”.

A lo que el abogado de la defensa al ver que Tomate Natural estaba completamente perdido nada más comenzar, interrumpió enérgicamente.

-      “Señor juez, mi cliente está siendo acosado. Lo que aquí se juzga es si el acusado debe ser manipulado genéticamente o no, puesto que de lo que se le acusa en estos momentos se ha evaluado con anterioridad y quedamos a la espera de veredicto”.

A lo que el juez contestó:

-      “¡Ah sí, lo había olvidado!. Pues en ese caso, prosiga usted abogado”.

¡¿Lo había olvidado?!. Desde luego, aquel juicio era de lo más loco. Al parecer se estaba evitando esclarecer la verdadera causa del asunto y aquello suscitó en mí y en todo el público aún más interés.

Y el abogado de la defensa prosiguió:

-      “Señor Tomate Natural. Usted ha notado ciertos síntomas adversos en los seres humanos que ingieren productos denominados OMG. ¿Puede hablarnos de ellos?”.

-      “Sí, por supuesto”.

Y volviendo a retomar su autoconfianza comenzó su declaración.

-      “Cuando era niño, vivía en un huerto inmenso. Todo funcionaba con normalidad y lo mejor es que nuestro sabor era inigualable, fresco y natural. Al poco tiempo el dueño queriendo ver crecer sus ingresos decidió utilizar parte de sus tierras al cultivo de semillas modificadas. Le habían prometido que su sembrado era totalmente inocuo y los resultados nada perjudiciales para la salud de los consumidores”.

El abogado de la acusación interrumpió enérgicamente.

-      “¡¡¡Protesto!!!”.

-      “¿A qué se debe, abogado?”. Preguntó el juez.

-      “¡¡¡A que habla demasiado!!!”.

-      “Tiene razón abogado. ¡Abrevie!”. Solucionó el juez.

El abogado defensor lanzó una señal a Tomate Natural para que hiciera caso y evitara que el juez se irritara, no fuese a ser que por esta razón perdiese el caso.

-      “Bien. Al poco tiempo de coexistir las dos plantaciones, la nuestra comenzó a deteriorarse notablemente hasta el punto que comenzaron a desaparecer algunas especies, se aumentó el uso de pesticidas y como consecuencia se alteró la biodiversidad. Después me fui a vivir a la nevera de una familia y todos tuvieron problemas alérgicos cuando empezaron a consumir a mis compañeros transgénicos y los antibióticos que tomaban para curarse no les hacían ningún efecto”.

-      “¡¡¡Protesto otra vez!!!. Este tomate era un niño cuando dice que eso ocurrió, ¿es fiable la opinión de un niño?. ¡NO, NO LO ES!”. Por eso, llamo a declarar el Dueño de la Compañía Epicyte. Señor Dueño ¿podría hablarnos de las ventajas de la producción masiva de los OMG?”.

Entró en escena el Dueño de la compañía. Un hombre de apariencia omnipotente, elegante, trajeado y muy bajito. Y omnipotentemente contestó:

-      “La principal ventaja es que yo me haré rico con este gran negocio”.

-      “Ahá, interesante”. Dijo el juez. “Después hablaremos de qué tanto por ciento me llevo yo con todo este asunto. Pero ahora prosiga con las ventajas, por favor”.

-      “¡¡¡PROTESTO YO AHORA!!!”. Gritó Tomate Natural.

Toda la concurrencia quedó atónita ante la valiente intervención de la roja verdura. A lo que el juez, con su enorme maza y su mirada amenazante le hizo callar de súbito.



Modelo de juez con modelo de maza grande imponiendo su autoridad

Los asistentes comenzaron a revolverse al oír aquellas palabras pero nadie se atrevió a intervenir pues temían algún tipo de represalia. Una vez acallado el rebaño y el tomate recobró su característica sumisión, el juez mandó proseguir:

-      “Prosiga Señor Dueño”.

-      “Como no, Señor Juez. Otra de las ventajas es que los consumidores podrán comprar solamente productos atractivos. Se acabaron esos horribles tomates unos más grandes que otros y todo ese disparate antiestético”.

-      “Ahá, muy interesante”. Exclamó el juez.

-      “Y otra de las ventajas como dije en mi rueda de prensa en el año 2001, es que podremos por fin controlar el exceso de población, pues nuestras plantas de maíz transgénico producen anticuerpos anti-esperma”.

-      “¡Oh!. Maravilloso. Esto es toda una revolución para solucionar por ejemplo el hambre en África, pobrecillos esos africanos, tan negritos y tan delgaditos…”.

Y blandiendo su maza contra el taco de madera, el juez, dictaminó en aquel preciso instante su veredicto, haciendo culpable de todos los cargos al pobre Tomate Natural.

Tomate Natural fue condenado a cadena perpetua. Al poco tiempo todos las verduras naturales fueron reemplazadas por las OMG y al pasar los años, ya nadie recordaba el placer de comer fruta y verdura fresca y espontánea.

Aumentaron las alergias entre la población, la infertilidad y el hambre en África nunca se palió como nos prometieron. Las grandes empresas dominaban ahora el mundo gracias a sus MARAVILLOSOS CUENTOS TRANSGÉNICOS muy bien vendidos toda la población.


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