martes, 12 de junio de 2012

L@S OFERTÍVOR@S


Desde que las grandes industrias nos robaron el derecho de comer sanamente por un precio justo y los bancos y políticos se apoderaron de nuestras casas y salarios, una nueva tribu urbana emergió de la nada intentando sobrevivir al capitalismo más salvaje. Son los conocidos como: L@s Ofertívor@s.
A este nuevo grupo sabiamente organizado se le reconoce muy fácilmente: se trata de hombres o mujeres adult@s de cualquier raza, religión o país, siempre de clase social modesta o clase media venida a menos. Suelen actuar en solitario aunque últimamente no es extraño ver manadas enteras, pues ante la falta de trabajo y el exceso de tiempo libre invierten sus esfuerzos en la Caza de la Oferta. Algunos de ell@s van armados con cuadernos y bolígrafos e incluso cámaras fotográficas en las que plasman sus hallazgos.
Entran en el supermercado como si nada ocurriera y desvían la mirada hacia ambos lados de la estantería para distraer la atención de sus contrincantes. Se toman su tiempo y lentamente eligen los productos siempre de la parte baja de los stands. Leen superficialmente los envases, los vuelven a dejar en su lugar de origen y continúan hacia adelante, dos pasos más y se agachan frente a otro producto, lo giran para observar su peso, su precio y el colorido de la etiqueta. Lo vuelven a dejar y lo comparan con un tercer envase. Retroceden sobre sus pasos y ¡ZAS! se encestan su primera oferta del día. Orgullos@s de su presa se vienen arriba y no content@s con ello se enzarzan en una nueva búsqueda.
Algun@s de est@s curiosos seres van dotados de sofisticados elementos de espionaje en la parte trasera de sus cuerpos. He aquí una imagen gráfica de dos Ofertívoros con dispositivo de seguridad ubicado en la espalda.


Véase como el dispositivo trasero de la izquierda advierte al de la derecha
de que no se acerque a su estantería. Señal suficiente como para saber
que el Ofertívoro de la izquierda está a punto de encontrar una presa.


Tras una larga y dura jornada invertida en los establecimientos de toda la ciudad llegan a sus casas exhaustos, pues realmente confiere un gran esfuerzo comparable al de una jornada laboral remunerada.

Una vez, en una de mis excursiones hacia la observación de estas apasionantes criaturas, topé de casualidad con una vieja amiga experta en estos menesteres. Ofertívora Jimenez empleaba esta práctica como hobby solamente de vez en cuando, hasta que un mal día sus jefes prescindieron de sus servicios en la empresa para la que trabajó durante ocho largos años, y ésta, ni corta ni perezosa, decidió dedicarse profesionalmente a la Caza de Ofertas.


Dotada de un gran sentido de la orientación y con un instinto altamente desarrollado, Ofertívora olía a varios metros de distancia cualquier reducción de precios o rebaja que se terciase. Nada se la resistía cuando salía de cacería. Realmente era todo un espectáculo observarla en su medio natural. Tal que un felino, avistaba su presa a lo lejos, se acercaba sigilosamente y cuando estaba segura se abalanzaba sobre ella agarrándola por la parte trasera sin misericordia, ni lástima, ni compasión alguna.


Esta salvaje heroína era conocida en el mundo de los supermercados como LA LEONA DEL SUPER y en su hábitat era respetada y venerada como pocas personas desde hacía años. Formó su propia escuela de Cazadores de Ofertas e impartía clases y ofrecía conferencias por todo el país, ampliando día a día su número de seguidores. Pronto se hizo internacional y una famosa cadena televisiva le ofreció grabar un reality donde podía verse a LA LEONA con su grupo de pupil@s en plena acción por los supermercados de todo el mundo.


La LEONA durante una grabación del reality agazapada ante su presa.

El impacto mediático de este programa fue tan expansivo que muy pronto la práctica de este deporte comenzó a incorporarse como una actividad imprescindible para la clase alta. Todo el que quería ser alguien tenía que dedicarle al menos una hora diaria a la caza de ofertas.


Grupo organizado de ofertívoras de clase alta después de una deliciosa tarde de caza.

Al cabo de pocos meses de pérdidas económicas en los supermercados de todo el mundo, los Grandes Mangantes decidieron unirse en una campaña universal contra el objeto de su desidia. Habían pasado de embolsarse Cien Mil Millones de euros/dólares/libras/yenes y todas las monedas habidas en nuestro mundo de plástico, para llegar a obtener unas ridículas ganancias de unos Cincuenta Mil Millones de todo ese baile de divisas. Y claro, esto era inaudito/indeseable/inaguantable/desesperante y todos los adjetivos habidos para describir la gran indignación que sufrían estos Pobres Millonarios.

Como resultado de esto, LA LEONA fue condenada a dos años de prisión por “kxfw…s34@~%4¡’ 02kls - XX” que es el delito por el que se acusa a una mujer cuando no se la puede acusar de nada (si fuese hombre acabaría en - XY).


Cual mafiosa y sumida en la miseria de aquel injusto encierro, LA LEONA continuaba organizando on-line a sus pupilos, los cuales seguían fielmente sus directrices con absoluta discreción y comenzaron a erigirse paulatinamente como una potencia mundial indestructible.


Nada ni nadie podían doblegar la fuerza de la fiera que llevaba en su interior. Ni la imposición, ni la injusticia, ni la cárcel, ni el exilio. Si no que ocurría todo lo contrario, pues consiguió fortalecerse con el paso de los días transmutando aquella situación indeseable en una ventaja evidente.


Se erigió como la líder de la prisión estatal y l@s funcionari@s debían negociar con ella antes de tomar cualquier decisión. Gozaba de unos privilegios tales que ningún otro preso había conseguido hasta la fecha en la historia de los presos.


En los diarios de toda Europa comenzaban a leerse preocupantes titulares para corredores de bolsa y grandes empresarios que empezaban a ver caer sus intereses: “Empeora tres décimas la caída del PIB en la Eurozona en el segundo trimestre por las actuaciones de La Leona desde prisión”, “La Leona española desacelera el consumo en la Europa del euro”. Y así todos los días.


Esa era ella: cuanta más presión recibía, más fuerza cobraba su objetivo y más brillantes ideas paseaban por su cabeza cual bombas de relojería a punto de explotar en la puerta del Congreso de los Diputados.


Los dirigentes lo sabían y muy a su pesar no tardaron en cederle un sitio para escuchar su voz que ya representaba la de millones y millones de ciudadanos de todo el mundo.


Muy pronto consiguió ganarse el respeto de políticos y empresarios, llegando a influir notablemente en las decisiones de la Eurozona. Los titulares más oportunos que ahora se podían leer en prensa, decían: “Merkel ya no oculta que le gusta una Europa con doble vía: la de la Zona Euro y la Lion’s Area” “Triunfa Hollande y el socialismo regresa a Francia tras un pacto con La Leona”.


Era evidente que la sociedad necesitaba de aquella fuerza para conseguir El Cambio. Un nuevo mito con forma de mujer que creció bajo la adversidad, ahora cobraba solidez y vigor ante un plantel de políticos acartonados, corruptos, vendidos y esclavizados por la banca más mísera y despiadada.


Pasaron los años y un buen día, cuando La Leona ya estaba en lo más alto de la cúspide política y económica, me la volví a encontrar:


-          “¡Leonaaaa!. Cuantisisisímo tiempo, ¿no?”.

-          “Hey tía ¿qué pasa?”. Contestó ella con su habitual naturalidad.

-          “Yo muy bien la verdad, muy contenta pues desde que tú estás en el poder las cosas han cambiado totalmente. Las personas somos consideradas personas, los animales animales y las máquinas máquinas. Ya no hay confusión en este aspecto, ya podemos comer comida y no basura. Antes era diferente pues cuando hablabas con alguien nunca sabías qué era lo que te esperaba, porque el miedo, la incertidumbre o la escasez nos enfrentaba a un@s contra otr@s como si no reconociéramos en las personas ningún tipo de humanidad”.

-          “Si, bueno esto ya se ha quedado obsoleto, ya no tiene razón de ser. Era un arma muy bien aprovechada por los gobernantes de todo el mundo que nos estaba llevando a la extinción”.

-          “Pues yo te admiro Leona. Te miro y estás ahí tan natural, tan tranquila y todo lo que has conseguido por todo@s nosotr@s, ¡es alucinante! yo no me lo explico. Imagino por todo lo que has pasado y… es que no puedo creerlo. Estoy maravillada y a la vez agradecida ¿cómo lo has hecho?”.

-           “Siéndome fiel a mí misma y contando con un equipo de alta fidelidad, sin límites”.

-           “¡Ah claro!, ¿Cómo este?”. Le dije mientras le mostraba la fotografía de un catálogo.




Equipo de alta fidelidad sin límites.


-          “No, no, como este no… recuerda que ya no somos máquinas”.

-          “Uy, cierto. Me ha vuelto a traicionar mi antigua mentalidad puramente consumista”.

-          “Me refiero a un equipo de personas comprometidas e involucradas, fuertes, responsables y conscientes de la humanidad y del sentido de la vida. Pero es normal, tranquila. Cuesta mucho acostumbrarse a que ya ahora somos libres realmente y que podemos pensar por nosotros mism@s. Entiendo que es duro admitir nuestros propios errores y comprometerse con nuestras propias acciones porque eso implica que solo nosotros somos los responsables de las consecuencias y ya no existe quien se deje engañar por la culpa. Entiendo que es difícil tomar decisiones porque eso implica renunciar a otras cuestiones y que ya no podemos tenerlo todo si tenemos dinero”.

-          “Si es cierto, tienes razón. Pero a mí lo que más me sorprende, es como has conseguido este importante cambio de valores a través de la comida, pues tu empezaste precisamente en ese campo para acabar modificando todos los demás”.

-          “¿Si? ¿Te sorprende?, pues es muy lógico. Muy simple. Cuando a un pueblo entero le controlas la alimentación y le das comida basura llena de conservantes, transgénicos, manipulaciones, hormonas y todo eso que ya sabemos de sobra, haces que el pueblo sea débil y adicto y desde ahí es muy fácil tener el control. Cuando me dedicaba a la caza de ofertas, un día de casualidad, alguien había colgado este vídeo en mi Facebook. Verlo cambió el sentido de mi vida…”.


 


 
(Roy Littlesun es un indio Hopi, alquimista y nutricionista que viaja por todo el mundo con su mochila y su sencillez lúcida transmitiendo el mensaje de los Hopis con profundo respeto).

miércoles, 18 de abril de 2012

EL TACONNING


Andar sobre unos buenos tacones siempre ha sido para mi amiga Super Fashion Rodriguez “lo más de lo más”.

Es comprensible que tras un somero estudio de la compleja situación a la que muchas mujeres (y algunos hombres) se exponen casi a diario, nos podamos sentir algo confus@s.


Hombre expuesto a una compleja situación
(por eso está sentado).



Si bien es cierto que un zapato de tacón (o dos) produce una ilusión óptica de alargamiento de piernas, estilización de la figura y puede además despertar la imaginación erótica entre los seres más fetichistas. No es menos cierto que a la larga pueden causar serios problemas en la salud de huesos, articulaciones y espalda.

Llevaba una semana buscando Documentación Callejera a cerca de aquellos extraños artilugios ubicados en los pies, que según los expertos en moda son imprescindibles, cuando me crucé por casualidad con Super Fashion Rodriguez, una amiga de la infancia muy metida en el mundillo. Modelo, delgada, guapa y alta. Muy alta. Yo a su lado y con calzado deportivo parecía un diminuto liliputiense practicando footing.



Por tal de ayudarme con la investigación a cerca de las dolencias en los pies causadas por los tacones, mi amiga modelo me introdujo de incógnito en la pasarela como ayudante de cámara. Y allí mismo teniendo que vestir a la última con unos zapatos imposibles pude ver lo que se escondía detrás de las cortinas.



La música empezó a sonar y diversas mujeres de considerable estatura comenzaron a caminar cual robots adiestrados sobre una tarima. Pero pese a aquellos dificultosos ropajes y los imposibles y ya clásicos zapatos de tacón alto, me di cuenta enseguida de que se trataba de una nueva practica deportiva, con sus diversas modalidades. Quedé estupefacta cuando advertí que de lo que se trataba no era más que una exhibición dificultosísima.



De entre las técnicas más complejas destacaría las siguientes:

 
 1.- TECNICA DE ASIMETRÍA EN EQUILIBRIO: indicado para el fortalecimiento de la columna vertebral.



2.- ESTIRAMIENTO LUMBAR CON RECOGIMIENTO DE TACONES: ideal contra los dolores de espalda.



3.- FORTALECIMIENTO DE GLÚTEOS: especialmente indicado para el glúteo mayor.


4.- FORTALECIMIENTO ABDOMINAL LATERAL INFERIOR: Que ayuda a conseguir la famosa “cintura de abispa”.



5.- ZANCADA: Especial para cuadriceps.



6.- FLEXION DE BRAZOS: Contribuye al fortalecimiento pectoral, brazos y hombros.



7.- FLEXIÓN DECÚBTO PRONO: Especial para lumbar.



Cuando mi amiga terminó la exhibición corrí tan rápido hacia ella como los zapatos me permitían por tal de compartir mi nuevo descubrimiento deportivo “EL TACONNING”:

-      “¡Super Fashion Rodríguez, Super Fashion Rodríguez!. Estoy emocionada. ¡Qué deporte tan completo! Es maravilloso. Creí que los zapatos de tacón  solamente causaban dolencias pero veo que lejos de eso son ideales para practicar un deporte sanísimo”.

-      “¿Cómo?. No, no querida. ¡Esto no es un deporte!. Es un trabajo por el que nos pagan importantísimas sumas de dinero. El gran inconveniente son los zapatos de tacón. Por culpa de ellos nos caemos en numerosas ocasiones contra el suelo produciéndonos lesiones de todo tipo”.

-      “Yo pensaba que… ¡Vaya! Todo parece tan bonito y tan técnico y profesional que yo…” Le dije.

-      “Para nada. Los zapatos de tacón producen varias lesiones en los pies, columna y rodillas y algunas de estas son irreversibles y de por vida”. Y sacándose un folleto del interior de su bolso cual Activista Política Antisistema me dijo en voz muy baja. “¡Mira!. Me lo ha proporcionado mi podólogo esta mañana”.




Al leer detenidamente aquel panfleto político tan revelador y significativo no pude evitar preguntarle a Super Fashion porqué si sabiendo todo aquello aún seguía usando tacones todos los días, a lo que ella me respondió sin vacilar.


-      “Por que me quedaría sin trabajo”.

A lo que al oir aquella respuesta me pregunté en silencio.

-      “¿Qué tipo de mentes calenturientas hacen que las mayoría de las mujeres tengan que llevar esos incómodos y enfermizos zapatos? ¿Tanto dinero mueven? ¿Sería conveniente comenzar una revolución silenciosa como la del 15M en contra de estos artefactos?".

Alguien aún pensará: ¡Es que son supersexis! O ¡mola mucho llevarlos porque atrae las miradas de los hombres!.


¿Ah si? Y si mola tanto llevarlos porque atrae las miradas de los hombres ¿porqué el futbol que atrae las miradas de miles y miles de hombres no usa botas de futbol con tacón?.
Hasta que no vea esto sobre el césped no vuelvo a ponérmelos.
;-)


miércoles, 11 de abril de 2012

HEFESTO Y LA CAFETERA ENCANTADA


El Loco Personaje, distraído y espontáneo que va dejando cosas en los lugares más insospechados, como una esponja de baño sobre el equipo de música o el champú anticaspa en el taquillón de la entrada, es mi amigo Hefesto. Que además es cojo, tuerto y pobre. Pero posee un gran corazón.

Su casa ha sido siempre un auténtico desastre. En Ella se podía encontrar, por ejemplo, la cafetera sucia sobre la colcha de su cama, la cortina desgarrada por su gato desde hacía tres años y los muebles blanquecinos por el polvo acumulado durante décadas. Todo ello conformaba un abrupto paisaje, deprimente y poco acogedor al que Hefesto miraba resignadamente desde la distancia.

No podía dedicarse a limpiar pues le costaba mucho organizarse. Si quería ir a por la escoba se veía de repente en el baño o en el salón desviado por su propia cojera; o si deseaba fregar los platos nunca llegaba a ver dónde estaba la suciedad pues su ojo derecho se disparaba hacia arriba y siempre terminaba limpiando el techo. Vivía soportando un terrible círculo vicioso al que estaba totalmente enganchado. Sin él quererlo ni poder remediarlo.

Por culpa de la maldición que un día le echó una gitana cabreada con la que se cruzó por azar, el pobre Hefesto estaba destinado a la más absoluta miseria. Y como además era pobre no podía pagarse una Pitonisa que le extrajese de una vez aquel maleficio.

Pronto encontró en sus vicios su desahogo. Pasaba tardes enteras frente al televisor jugando a la Wii, tomando cafés y fumando sin parar. Eran su único consuelo. Ni familia, ni amigos, ni plantas se atrevían a entrar en su casa. Solo su  gato negro rasgador de cortinas, sofás y demás enseres, lo soportaba. E incluso, yo misma, que una vez al año (por su cumpleaños) me aventuraba a entrar en su casa con una pinza en la nariz. Por pena.

Pero un buen día su suerte cambió.

Una mañana después de dar tres vueltas a toda la casa consiguió con gran dificultad llegar hasta la colcha donde habitaba la cafetera sucia para hacerse un café matutino. Al verla tan mugrienta decidió limpiarla, con miedo de moverse de allí por si sus pasos le enviaban a cualquier otro lugar que él no desease.


Cafetera de Hefesto recién comprada.

Mientras frotaba su cacharro preferido recordaba la terrible blasfemia con la que aquella mujer le había destinado a su gran desdicha y tan enfadado como obstinado frotó y frotó aquella cafetera sin parar.

Tanto la restregó que de ella comenzó a salir un humarada que inundó su habitación y tras del humo, como si de una gran chispa se tratase surgió el Genio de la Cafetera Encantada. Un enorme y musculoso personaje azul que salió escupido como una cáscara de pipa de girasol contra en suelo. Tosiendo y carraspeando sin parar:

-      “¡Grrrr… ejem, ejem, arggg!, ¡Por Dios cuanta porquería que hay dentro de la cafetera! ¿Tú no limpias nunca o qué?. ¡Puag! Y con tanta cafeína que hay aquí tengo un dolor de cabeza insoportable”.

Hefesto estaba perplejo, asustado y a la vez maravillado. Se cayó al suelo del susto al ver aquella volátil e impresionante imagen frente a él. Tan grande, tan poderosa y tan encafeinada. Ante aquella rocambolesca situación Hefesto creyó estar soñando o simplemente ser víctima de otro encanto infortunado. Tratando de huir de la habitación comenzó a dar vueltas sobre sí mismo tontamente guiado por su pie derecho (su pie cojo) y lo único que consiguió hacer fue irritar aún más al Genio con tanto rodeo.

-      “¡Párate!. ¡Estate quieto!. No me paso veinte horas al día metido en cubículos diminutos llenos de porquería para venir ahora a perder el tiempo jugando al corro de la patata. A ver, ¿qué quieres?”.

-      “¿C… c… cómo?. ¿Me dices a mí?”. Preguntó Hefesto tan incrédulo como temeroso.

Y con muy poca paciencia e irritado por la cafeína, el Genio le respondió:

-      “A ti. Sí. A ti. Te pregunto a ti. ¿Hay alguien más en la habitación?”. Y golpeando la cabecita de Hefesto con el puño cerrado como quien llama a una puerta de madera, continuó. “¡Holaaa! ¿qué clase de criatura habita en este sórdido lugar?. ¡Holaaa!”.

-      “Si, sí. Yo, soy yo. Yo vivo aquí. Quiero decir que yo soy el que estoy, o sea que soy yo mismo. ¿En qué puedo ayudarle?”.

-      “¡Ay Dios Mío!. ¡Qué clientes me encargan!. Hace dos semanas un religioso corrupto, la anterior un traficante de drogas y ahora esto. Vamos de mal en peor”. Y dirigiendo su mirada a Hefesto le dijo levantando la voz. “¡Soy yo el que tendría que preguntar eso!. ¿Nunca has oído hablar de nuestra empresa?. Llevamos trabajando en el sector de los deseos desde 1709. ¿No has leído el cuento de Aladino y la lámpara maravillosa?. Venga ¿qué quieres? y rapidito que me tengo que marchar, tengo que satisfacer los deseos del presidente de los Estados Unidos, estoy seguro de que me va a volver a pedir más armamento. En fin. ¡Dime!”.

-      “Esto… yo, yo… ¿Es usted es el de los tres deseos?”.

-      “Sí, ¡Dime!”.

-      “¿Se los tengo que pedir uno a uno? ¿o cómo va esto?”.

-      “Si, ¡Dime!”.

-      “¿Me va a conceder los tres al tiempo? ¿o tendré que esperar?”.

-      “Sí, ¡Dime!”.

-      “¿Se los tengo que pedir de mayor a menor? ¿o de menor a mayor?”.

-      “Si, ¡Dime!”.

No entendiendo Hefesto la última respuesta del Genio, ni el Genio la inseguridad de Hefesto, se hizo un largo silencio. Seguidamente el gran personaje azul estalló en cólera. La habitación comenzó a temblar y sacudirse, levantándose los cimientos de la casa y moviéndose violentamente. Y entre todo ese trasiego ocurrió lo que en 303 años de trabajo no le había sucedido nunca: los tres deseos salieron involuntariamente de las manos del Genio y de una manera desordenada. Sin personalidad ni juicio. Creándose así la mayor desgracia que Hefesto jamás pensó que podría vivir en sus propias carnes.

Hefesto estaba convertido en una diminuta mota. En una ridícula partícula. En una inexistente ameba.


Hefesto en el centro. Hecho un cuadro.

Una pequeña ráfaga de viento primaveral entró por la ventana de la habitación llevándose a Hefestito suave y dulcemente y elevándose por los aires hacia el cielo infinito desapareció entre las nubes.

No por siempre jamás. Pues Hefestito reapareció en el interior de un cuerpo humano. La mota fue inspirada en un suspiro de amor por la boca de una mujer que pasaba por allí. Ésta, lejos de saber que tenía al pobre Hefesto en su interior y de la mano de su novio, entró en la cafetería de la esquina para saborear un buen café y fumarse un placentero cigarrillo.

Entretanto Hefestito se encontraba inmerso en un mundo irreconocible y vasto. Lleno de cosas extrañas con colores intensos y tejidos de todas las clases. Algo jamás visto por él antes. Entre todo aquel paisaje desolador y terrorífico, con más miedo que ganas de descubrir donde estaba, pensó en el conocido objetivo para cuando ocurren estos casos: TENGO QUE SALIR DE AQUÍ COMO SEA, ENCONTRAR AL GENIO COMO SEA Y QUE ME DEVUELVA A MI ESTADO NORMAL COMO SEA, NADA DE QUERER SER COMO BRAD PITT NI COSAS POR EL ESTILO, ME DA TODO IGUAL, ME QUEDO COMO ESTABA, COJO, TUERTO Y POBRE.

¿Pero por dónde comenzar? ¿Dónde estaba la salida? O simplemente ¿Dónde se encontraba?.

De repente se escuchó un ruido. Hefesto quedó en silencio intentando adivinar de donde procedía o si aquello le podía causar algún mal. Y muy temeroso, comenzó a pedir ayuda:

-      “¡Holaaa…! ¿Hay alguien ahí? ¡Holaaa…!”.

Una Célula Sana que pasaba por allí con toda su anatomía, apareció en escena haciendo ejercicio:

-      “Uno, dos, uno, dos, hip, hop, hip, hop”.




Modelo de célula sana.

Al ver que pasaba de largo rápidamente pues parecía estar practicando footing, Hefesto la llamó para averiguar en qué mundo se encontraba.

-      “¡Eh, eh, para por favor!. ¿Dónde estamos? ¿Qué es esto?”. Y después de un largo rato mirándose. Continuó: “¿Hablas?”.

-      “¡Caracoles! Es que eres muy feo. Me he quedado muda”. Dijo la célula.

-      “Ya lo sé, no tengo remedio, soy así desde nacimiento. Sufrí una malformación pues mi madre sufría de cáncer. Pero eso ahora no importa. Lo único que quiero es salir de aquí. ¿Tú sabes cómo hacerlo?”.

-      “Sí, existen varias posibles salidas. Tienes una por el intestino que sale una o dos veces al día con mucha suerte y otra por la vejiga, en esa parada tienes más posibilidades. Luego está la nariz aunque con tanta mucosidad, no sé. Yo no lo haría, es asqueroso”.

-      “¿Intestino?, ¿Vejiga?, ¿nariz?. ¿Me quieres explicar dónde estamos, por favor?. Me estoy empezando a poner muy nervioso”.

-      “Esto es un cuerpo humano. ¡Vaya con los novatos!. A ver, ¿no has estado nunca en el interior de un cuerpo?”.

-      “Pues después de nacer no he vuelto a tener el placer, la única novia que tuve me duró solamente un día y no me dejó hacer nada, así que…”.

-      “¡Venga pues acompáñame!. Te lo voy a enseñar”.

Célula y Hefestitos estuvieron durante un largo rato recorriendo todo el cuerpo de aquella mujer, sus huesos, su sangre, músculos, grasa, tejidos, otras células, etc. Parecía un mundo absolutamente perfecto, lleno de vida y optimismo. Pronto hizo nuevos amigos y empezó a  sentirse muy bien allí dentro.

-      “Sin embargo, tengo que advertirte que no todo es tan maravilloso. Últimamente estamos teniendo algunos problemas”. Dijo La Célula.

-      “¿Ah sí? ¿Cómo cuáles?”.

Y de repente un extraño y aterrador ruido invadió aquel cuerpo. Las paredes del esófago y el estómago comenzaron a temblar. Un río inmenso de color marrón se sobrevenía contra ellos.

-      “¡¡¡ CORREEE !!!”. Gritó La Célula Deportista.

-      “¡AAAH, SOCORROOO!”. Gritó Hefestito.

Comenzaron a correr sin parar por el interior del sistema digestivo para evitar ser engullidos por aquel misterioso líquido de olor embriagador.

-      “CÉLULA, ¿QUÉ DEMONIOS ES ESTO?”.

-      “¡¡¡ ES CAFEEE !!!. ¡CORRE Y NO PREGUNTES!. SI LA CAFEÍNA EN ESA PROPORCIÓN TE ALCANZA TE ESTALLARÁ LA CABEZA, SUFRIRÁS ALTERACIONES DEL SUEÑO Y CONTRAERÁS UN ATAQUE DE PÁNICO, COMO POCO ¡¡¡ CORREEE !!!”.

Tanto y tanto se apresuraron que casi de forma milagrosa consiguieron librase de aquel torrente de cafeína desbocada. A salvo en los pulmones de aquel ser, Célula, muy aliviada exclamó:

-      “¡Uffff!. Menos mal. ¿Ves?. Esto es de lo que yo te quería advertir”.

Y de repente cuando ya todo parecía estar en calma, aquellos pulmones comenzaron a ensancharse y un humo apestoso y gris se abalanzó sobre ellos transportándolos hacia el interior de los mismos.

-      “¿Y AHORA QUE PASAAA?”. Gritó Hefesto.

-      “ESTO ES HUMO DE TABACO. ¡DIOS!, NOS HA ALCANZADO, AHORA TENDREMOS NICOTINA POR TODAS PARTES Y TARDAREMOS MÁS DE DOS SEMANAS EN QUITARNOSLA DE ENCIMA. ESTAREMOS IRRITABLES E IRASCIBLES. ¡¡¡DIOS NOOO!!!, TANTO TIEMPO CUIDÁNDOME HACIENDO DEPORTE PARA ESTO”.

Cuando el humo cesó su habitual recorrido, ambos fueron a parar justo al lado de unos Maliciosos Tumores que estaban comenzándose a desarrollar con gran éxito.

 

Instantánea de uno de los clanes tumorales
más importantes en ese cuerpo humano.



-      “Oiga jefe, se acaba de detectar un cuerpo benigno y otro de indescifrable procedencia”. Le dijo un tumor a otro. “¿Qué hago los mato ya?”.

-      “No. Aún no. Veamos de qué se trata”. Dijo el jefe (el del centro). Y dirigiéndose a nuestros amigos prosiguió. “¡Vaya, vaya, vaya! Pero mirad qué tenemos aquí. ¿Os habéis perdido, manzanitas ecológicas?”.



Y la Célula Deportista que tenía una amplia experiencia en el medio, habló haciéndose pasar por uno de ellos:



-      “No, no. Están ustedes equivocados. No somos ecológicos, somos tumores disfrazadas de benignos que estamos revisando este cuerpo para captar nuevos adeptos”.

-      “¿Ustedes? Has dicho ¿ustedes?. ¡Qué educación!. ¡Ja, ja ,ja!. Ese no es el argot de que usaría un tumor maligno. Además no recuerdo haber enviado espías con eso cometido”. Y con cara de muchos enemigos el Tumor Jefe ordenó su asesinato. “¡MATADLO!”.



Un disparo acabó con la vida de la Célula Benigna y en poco tiempo los tumores se iban esparciendo por todo el cuerpo intentando ganar la batalla a la vida. Entretanto Hefestito, disimulando su diminuto cuerpecillo entre el humo del disparo logró esconderse en un alveolo hasta que los tumores cansados de buscar desistieron y decidieron abrir una botella de wisky y echar una partida al pocker para celebrar su nuevo avance.



Después de un largo viaje hacia la nariz, por la que pensaba escapar y recordando con cariño a la Célula Benigna que tanto le había enseñado sobre el cuerpo humano, logró salir de aquel ser, llegar hasta su casa y reencontrarse con el genio.



-      “¡Dios mío estás, estas…! ¡Pringoso! ¡Qué asco!. ¿Dónde te has metido?”. Preguntó el genio.

-      “Es muy largo de contar, prefiero guardarlo en secreto”. Contestó Hefesto.

-      “Bien como quieras. Me quedan dos minutos y me voy así que apresúrate. Pídeme tres deseos, más un bono regalo de un cuarto deseo por el error cometido. Pero no empieces como antes, se directo que se acaba el tiempo”.

-      “Si, allá voy: el primero, volver a mi tamaño normal quiero ser quien era otra vez. El segundo dejar de fumar, el tercero dejar de tomar café y el cuarto…”.

-      “Espera. ¿Me estás diciendo que no quieres ser millonario? ¿que no quieres tener un Ferrari? ¿ser como Brad Pitt? ¿tener a la mujer más hermosa del mundo?”.

-      “No”. Contestó Hefesto sin dudar.

-      “¿Drogas? ¿armas? ¿comprar países enteros? ¿Un harem de mujeres solo para ti?”.

-      “No”.

-      “¿Seguro, seguro, seguro?”.

-      “Seguro”.

-      “Está bien”. Dijo el genio con resignación. “¡Que aburrimiento de persona!”.



Moviendo sus manos con grandes y elegantes gestos concedió a Hefesto su antiguo físico, le quitó el hábito del tabaco y no necesitó tomar más cafeína.



-      “¿Y qué piensas hacer con el bono regalo? ¿Dejar de jugar a la Wii? ¡Ja, ja, ja!. Dijo el genio subestimando el corazón de Hefesto”.

-      “No. Hay una mujer en la cafetería de la esquina con su novio. Están muy enamorados y van a tener un bebé dentro de ocho meses y medio. Ella aún no lo sabe. Y tampoco sabe que está contrayendo cáncer. Quiero que la cures y que su bebé no sufra ninguna malformación. Que sean una familia feliz y llena de salud y amor, que tengan un futuro esperanzador y sean un ejemplo en su comunidad”.

-      “Que así sea”. Dijo el genio.



Y así fue.



Por eso Hefesto es mi mejor amigo y por eso le ayudé a limpiar su casa para poder visitarlo más a menudo. (Con una pinza en la nariz).





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