domingo, 4 de diciembre de 2011

LA MODA NOS MATA


Hoy todo es verde.

No, no. Disculpad, esto no es verdad. Quiero decir: HOY TODO QUISIERA SER VERDE. Creo que esto es más cierto que lo primero.

Se quiere reciclar el papel, el vidrio y la ropa. Se cuida de no tirar objetos inservibles al suelo, se recogen los excrementos de la mascota, se utilizan vehículos con energías alternativas, se compran productos ecológicos. Hasta incluso nos reutilizarnos a nosotros mismos donando los órganos en buen uso a otras personas, a las que, por este gesto y en situaciones muy críticas podemos contribuir notablemente a mejorar su salud o a salvar sus vidas.

Pero realmente ¿qué está ocurriendo?, ¿estamos ante un dilema socio-medioambiental, económico y político?. ¿Estamos siendo espectadores pasivos o activos de un nuevo cambio evolutivo?. ¿O es simplemente una moda?.

Sea lo que sea en realidad se trata de una cuestión, ya que estamos, muy sana y saludable, puesto que el ser humano por naturaleza y nunca mejor dicho, está diseñado para vivir en un entorno no sólo agradable y evolucionado sino también natural. Verde. Ecológico.

Pero, ¿qué es la Ecología?. ¿Qué es la Cadena Trófica?. ¿Qué es un Ecosistema?. Y, ¿qué demonios es un Nicho Ecológico?, ¿acaso nos van a enterrar en tumbas sostenibles?. Y lo que es más importante ¿sabremos los seres humanos estar totalmente a la moda, sin averiguar antes qué significan cada uno de estos conceptos tan verdes?. Si partimos, claro está, de que esta cuestión se basa en LA MODA.


Por el momento y al parecer lo único que se sabe a ciencia cierta es que para que las cosas vayan bien, todo tiene que ser de color VERDE.
Paleta de colores de M&E (Boutique: Moda y Ecología)

 Como de este tema no sabía lo suficiente puesto que suelo emplear otro tipo de colores en mi atuendo, decidí acercarme a una tienda de moda ecológica y comprar un elegante traje de chaqueta verde esmeralda. Una vez combinado con unos buenos zapatos verde pistacho y un bonito carmín verde manzana en los labios, me hacían parecer la más experta ecologista de todos los tiempos.

Y ataviada de esa manera tan profesional me dirigí hacia el laboratorio de mi gran amigo el Ecologista Activo, dispuesta a desenmascarar todas esas cuestiones que habitualmente rondan en la cabeza de todo ser viviente, en algún momento de su vida.

Durante los tres meses siguientes acompañé al amigo en todos sus trabajos en el mundo de la ecología: pasé largas horas fotografiando bichitos, leyendo tesis y tomando nota de las inacabables y soporíferas conferencias que ofrecía el experto a las mentes inquietantemente verdes de sus alumnos de la Universidad.

Pude descubrir que el Ecologista Activo tenía miles de seguidores y en su página de Facebook le habían dado al me gusta más de doscientas mil veces en sólo dos semanas. Así que, decididamente, él era un hombre de moda. Y como no, siempre vestido de verde.

Ya que estaba allí y puesto que a pesar de haber sido una alumna aplicada durante esos tres meses, aún no sabía qué significaban todos esos conceptos tan extraños: Ecología, Cadena Trófica, Ecosistema, Nicho Ecológico y todo lo demás. Decidí preguntarle directamente a él y sin querer parecer una ignorante y me aventuré:

- Ecologista Activo, me asalta una pequeña duda”. Le dije mientras me ajustaba unas preciosas gafas verde geranio de pasta de M&E.

- “¡Ahá!, ¿y cuál es?”. Respondió muy interesado en ayudarme.

Y con total seguridad le mostré mi exposición con las enseñanzas recogidas de sus propios escritos y apuntes, pero que ni yo misma sabía de donde ni cómo ni porqué las cosas eran de ese modo. Aun así le pregunté:

- “¿Cómo es posible que la ecología que es una ciencia multidisciplinaria y ocupada de las interacciones entre los organismos contemple esos factores abióticos tan influyentes en el medio marino sin quedar su pirámide ecológica afectada por la consecución de la cadena trófica o el bióxido de carbono y que ni siquiera eso afecte a la composición de ningún nicho ecológico perpetuado en el medio ambiente?”.

- “Por las propias interacciones, tú misma lo has dicho”. Contestó sonriente al intuir que yo conocía a la su lenguaje a la perfección.

Su respuesta me hizo saber que me había pasado de técnica-científica. Si no entendía lo que yo misma le había preguntado, cómo iba a poder ni siquiera interpretar su contestación. Estaba atrapada en mis propias palabras, pero no podía echar marcha atrás porque mi vanidad y mis ganas de conocer las verdaderas respuestas me lo impedían. De manera que, pensando que ahora mi amigo no sería tan implícito decidí atacar de nuevo:

- “¡Ah, por supuesto!, con lo cual todas estas interacciones influyentes se tienen que agrupar de modo que la distribución de las especies y la evaluación de la biomasa se conjuguen para que todos los procesos metabólicos y fisiológicos de los bio-sistemas dependan de las reacciones químicas, ¿no es así?”.

- “¡Claro, por supuesto!”. Ya me trataba como a una colega de profesión.

¡Ahora sí! que estaba totalmente perdida. Ahora sí que ya no había salida. Todavía entendía menos que con la respuesta anterior y la cosa se estaba embrollando cada vez más. Pero no podía rendirme, porque durante esos meses había permanecido allí en un intento de descubrir qué es lo que nos pasa a los seres humanos con la ecología y su moda, así que, muy astutamente pude salir de aquella conjetura pidiendo al amigo que expusiera un ejemplo claramente típico:

- “Si, ciertamente he estado pensando mucho en eso últimamente, sin embargo, no se me ha ocurrido ningún caso que pudiera ejemplificar de manera concreta todo lo expuesto, ¿querrías exponerlo de forma práctica por favor?”.

- “¡Cómo no!” Respondió él muy amablemente y comenzó con la exposición de su ejemplo.

- “Imaginemos que realizamos una incursión en la cadena trófica, realizando algunas maniobras de modificación genética en uno de los elementos elegidos al azar de un sistema biótico cualquiera. Veremos pues, que su composición se modifica notablemente causando al resto del ecosistema unas alteraciones, podremos decir… notables”.

Fascinada por esas palabras tan técnicas que colocadas una tras otra de forma inteligente conformaban maravillosas y creíbles teorías, no quise quedarme con la duda de si un mundo manipulado por esta inquietante y persuasiva moda podría acabar con nosotr@s, como lo hicieron en su día el pan blanco, el azúcar refinado o el tabaco con aditivos, así que le pregunté:

- “¿Y una pera?, ¿qué pasaría si hiciéramos eso con una pera, por ejemplo?”.

- “Lo mismo, ocurriría lo mismo. Es decir, que sin un control de esta propia manipulación por parte del hombre, la naturaleza se podría volver en contra del ser humano aplastando nuestras propias intenciones tanto si estas fueran positivas como negativas”.

Y cauteloso y en silencio, el maestro, caminó hacia su biblioteca pidiéndome que le siguiera con recato. Se subió a una escalera casi infinita y encaramado en lo más alto de su documentación bibliográfica extrajo con lentitud y cuidado un gran libro con tapas color verde pera, del que media hora más tarde (pues la escalera era considerable) me mostró con gran orgullo un estudio realizado recientemente por él y sus colaboradores. Tras leer durante largo espacio de tiempo esas frases tan típicamente enrevesadas, lo entendí TODO al ver la fotografía que ilustraba sin lugar a dudas el resultado de su secreta investigación:


Pera manipulada genéticamente aplastadora de intenciones



Visualizar aquella enorme pera modificada genéticamente había supuesto para mí toda una revelación de la naturaleza.

En el estudio, no sólo se acompañaban numerosas teorías y cálculos matemáticos que apoyaban fielmente a aquella tesis, sino que por primera vez en la historia se revelaba, cómo una fruta incontrolada podría ser capaz de aplastar y finalmente destruir los edificios mejor construidos de los arquitectos más grandes de la historia. Así mismo, podríamos pensar que si primero iban a ser atacados a los edificios modernos, en segundo lugar podrían ser destruidas todas las tiendas de moda no ecológicas y hasta incluso nuestras Universidades, nuestro Patrimonio, nuestras obras de arte y finalmente nuestras propias casas con la televisión dentro.

Y fue de este modo como logré encontrar la respuesta a todas mis dudas acerca de la ecología. Y es que LA MODA, sin lugar a dudas (pues existía una tesis que así lo confirmaba) ¡PUEDE LLEGAR A DESTRUIRNOS!.




1 comentario:

  1. Me encanta como das la informacion, con ese humor tan sarcastico, gracias por informarnos y entretenernos, sigue asi ,un beso.

    ResponderEliminar

Aún no has dicho nada?