lunes, 23 de enero de 2012

SOLO YO O SOLO TU


He tenido la suerte de vivir la soledad en sus diversas formas de expresión: Como un “mono” maligno ante la falta de contacto humano, por el que hubiera pagado casi cualquier precio por tal de no sufrirlo (no tanto, pero queda muy pasional); y como un maravilloso antídoto que me proporciona la paz necesaria hacia un camino libre de apegos ilusorios. De las dos experiencias me quedo con la segunda. Es la más luminosa.
Se pueden encontrar seres que se debaten entre la una y la otra muy fácilmente. O que sólo conocen la una. Basta con sentarse en un banco y observar, hablar con una persona y escuchar bajo sus palabras, o entrar en un bar y diferenciar quien se toma un whisky solo o con naranja.

Estos Tomadores de Whisky Solo son difíciles de advertir pues se encubren bastante bien entre las risas y los maquillajes falsos de la noche, entre los abrazos ilegales y las disputas por la presa fácil.

Entre todo ese lascivo embrollo nocturno pasan inadvertidos envueltos en vapores de alcohol, música insistente y humo de cigarrillo. Aunque actualmente se les ve mejor debido a la ley antitabaco.
Típico logo que los hace más reconocibles

Para l@s estudios@s del tema les diré que además de la legislación, una criba muy útil para su reconocimiento puede ser la realizada después de una noche de juerga en soledad. Pues por ejemplo, ciertas Músicas Mentirosas pueden ser su mejor alid@.

Una vez, siguiendo a un Tomador de Whisky Solo disfrazada de bote de Coca-Cola para no ser advertida ni por él ni por ningún otro ser, pude obtener una de las pruebas más irrefutables de la presente investigación.

Indignado, no sé por qué razón, una tarde lluviosa sacó un papel que guardaba celosamente en uno de los bolsillos más pequeños de su chaqueta. Lo arrugó con vehemencia y lo lanzó al suelo con enérgico pesar. Era como si esa bola de papel de libreta de cuadritos le hubiese traicionado.

Me incliné a recogerlo pues debía estudiarlo con minuciosidad en la buscada soledad de mi apartamento. Después de una cuidadosa Técnica de Despliegue de Papel con guantes y pinzas incluidas, pude extender el folio, coger la plancha (que solo uso en estos casos) y alisar su superficie para poder extraer las conclusiones.

Se trataba de una lista interminable de Canciones Mentirosas que se revelaban ante mí como un desafío. Una colección agónica de títulos y letras dignas de un caballero de oxidada armadura en busca del amor imposible, al borde del suicidio.

Este nuevo reto en mi trayectoria profesional, me llevó a contactar con un Experto en Música que vivía a tres manzanas de mi humilde morada.

Se trataba de un hombre ocupado en componer canciones de ininteligible significado para los atormentados corazones de los solitari@s por obligación. Lo hacía a propósito pues era creyente de que las energías se transmiten de persona en persona al igual que un virus. Libre y despiadadamente. Y él no iba a consentir contraer ninguna enfermedad de esas.

Entre sus mayores éxitos se encontraban títulos como: “La oveja independiente”, “Déjame estar solo” o “No necesito teléfono móvil”. Todos ellos números uno en las listas de música alternativa del sello Independence & Loneliness.

La cara del experto palidecía de desconocimiento ante la tortuosa prueba que le mostré. Molesto y con gesto de sentir que estaba perdiendo el tiempo, me lanzó:

-      “¡Qué es esta barbaridad que me traes!”.


-      “Es el objeto de mi nueva investigación. Estoy siguiendo a un Tomador de Whisky Solo y…”.

-      “¡Ya claro! y ahora me dirás que te has disfrazado de bote de refresco en una tarde lluviosa y que este papelito lo lleva en su bolsillo de la chaqueta antes de lanzarlo, ¿no?”.
Y casi muda le respondí con un temeroso Sique oyó perfectamente a pesar de que sonaba a todo volumen su último gran éxito: “Ya no tomo Coca-Cola porque quiero estar solo”. Para hacerme comprender evitando dejar en el olvido mi valioso descubrimiento, proseguí:

-      Yo he pensado que esto podrá ayudarnos a desvelar porqué ciertos seres siguen pensando que la soledad es nociva y que hay que evitarla a toda costa, cuando ya hoy se sabe que cierta dosis de ella a diario es tan necesaria como el agua o el aire que respiramos”.

-      “¿Y de que refresco dices que te habías disfrazado?”.
Con esta pregunta comprendí que la fase de aceptación había concluido y me sentí aliviada. Como quería llegar a buen fin, le advertí que intuía que el mensaje oculto bajo esas letras era muy perjudicial y que tomase las debidas precauciones. Un antivirus podría ser una buena opción.
En pocos días había conseguido reunir a su grupo de música de confianza para descifrar e interpretar las letras que emergían de aquel papel. Estuvieron durante un tiempo bajo la obsesiva atmósfera de cancelación que les transmitían aquellas canciones, intentando escenificar el contenido para devolverme una respuesta. Pero no hizo falta, yo misma extraje las conclusiones.

Al volver de mi seguimiento diario del Tomador, con restos de azúcar refinado y metilimidatedol procedentes de la gran lata de Cola que usaba como camuflaje, decidí pasarme por el estudio por si había alguna buena nueva.

Para mi sorpresa el grupo de música se hallaba bajo los efectos de un tsunami emocional profundo:

El batería yacía deprimido sobre uno de los platillos, el guitarra se encontraba tendido en el suelo abrazado a su instrumento, el bajista sonaba sus jugos nasales con un trozo de papel higiénico, el teclista golpeaba con su puño cerrado las teclas de su órgano y el cantante, a quien yo le había llevado la lista,  se hallaba llorando desconsoladamente, sin más.

-      “¿Qué os pasa?”. Pregunté

-      “No lo sabemos. Estamos tristes y deprimidos, no entendemos este sentimiento. ¿Has traído Bourbon o algo?”.


-      “¡Dios mío!. ¿Habéis estado tocando toda la tarde?”.

-      “Toda entera”.

-      “Pues va a ser por eso. Os advertí que lo hicieseis con antivirus. Lo habéis activado.


-      “¿Antivirus?. ¿Activado?. N…no”.


-      “¡Traed aquí ese endemoniado papel!”.


Desconecté los cables, encendí un incienso de ruda para limpiar el ambiente de espíritus negativos y abrí las ventanas por tal de que el sol entrase en aquella habitación.

Cuando todo eso pasó escuché la grabación. Las melodías se abalanzaban intentando captarme, succionarme. Era una verdadera secta melódica con canciones que hablaban de una soledad incomprensible y malinterpretada. Personajes abandonados a su suerte, amores fracasados en el intento, viviendo sin vivir en ellos y muriendo porque no morían.

Una tal Laura Pausini, escribía:
“La soledad entre los dos,
ese silencio en mi interior
esa inquietud que va a pasar así
la vida sin tu amor”

Un grupo conocido como la Oreja de Van Gogh, cantaba así:
“Oh soledad, dime si algún día
habrá entre tú y el amor buena amistad
vuelve conmigo a dibujar
una vez más las olas del mar”

Y un cantautor moderno, joven y guapo, llamado Ricardo Arjona, decía:
“Soledad de no estar solo,
soledad de andar pensando
si valdrá algún día la pena
tanta ausencia por cantar”

¡Claro!. Esto era tremendo. Cómo no iban a estar desmoralizados los músicos y sobre todo el Tomador de Whiski Solo, que las escuchaba a diario. Era imposible no estarlo con aquellos trabalenguas tan raros y difíciles de entender. ¿Qué habrá querido decir, por ejemplo, ese tal Ricardo con lo de “soledad de no estar solo” y todo lo demás?.

Se me hacía muy duro dar el siguiente paso, pero tenía que advertir al Tomador de que si seguía así, probablemente su corazón iba a quedarse arrinconado de por vida, por creer que lo que decían esas músicas era real.

Me acerqué hasta su casa para hablar con él en persona. Llamé varias veces. El último golpeteo a la puerta la abrió sin más. El sonido chirriante de las bisagras con falta de aceite me asustó, como se asusta la protagonista en una película de miedo. Pero tenía que salvar aquella vida como fuese. Me decidí a entrar y con voz temblorosa le llamé:

-      “¡Señor Tomador!”.

(Silencio)

-      “¡Señor Tomadooor!”. Insistí de nuevo.

(Silencio, otra vez)

Anduve por la vivienda con mucho cuidado, pues a pesar de que le había visto entrar no se apreciaba ninguna señal de vida humana. Entré en la última habitación que me quedaba por registrar y mi gesto se entristeció al ver la imagen de un corazón magullado y solitario en una esquina.


Corazón solitario que dejó el Tomador antes de marchar

Quizás había llegado demasiado tarde, quizás aunque le hubiese dado mi punto de vista a cerca de la soledad no lo habría compartido o quizás simplemente se había ido a por el pan y había guardado muy bien su corazón para evitar que alguien se lo dañase más aún de lo que ya estaba.

Fuese lo que fuese, en mi cabeza y en mi corazón retumba desde entonces una frase muy sabia que dijo en algún momento de soledad buscada, un tal Arthur Schopenhauer:


“LA SOLEDAD ES LA SUERTE DE
TODOS LOS ESPÍRITUS EXCELENTES”

2 comentarios:

Aún no has dicho nada?