Siento mucho decir que Hollywood
y Disney tienen la culpa de todo.
Aunque,
en realidad no lo siento mucho, porque esa es la pura verdad. Sentiría mucho
más no poder decirlo.
Desde
hace años este Ñoñocine, cuyo nombre
recibe este género de La Gran Industria Cinematográfica de los Estados Unidos,
nos ha obligado a lo largo de su historia a pasar por una serie de dramas
amorosos teniendo que atravesar innumerables acontecimientos ficticios que
ocurren normalmente entre dos personas de sexo opuesto.
Estas
películas son fácilmente reconocibles: un chico o una chica conoce a una chica
o a un chico según el sexo del otro (recordemos que siempre tienen que ser de sexualidad
diferente), se enamoran y todo lo que ocurre después es predecible.
O acaso
no sabíamos, desde el principio, que en “Pretty Woman’’ la hermosa prostituta
iba a casarse con el apuesto empresario. O que en Ghost los dos enamorados iban
a terminar encontrándose en el limbo después de la muerte del protagonista
masculino.
Todos
lo sabíamos.
Pero
además de este famoso género existe otro indicador enfermizo conocido
popularmente con el nombre de Star-Crossed
Lovers. De tod@s es sabida la innumerable lista de amores trágico-imposibles
protagonizada por personajes como:
- Romeo y Julieta
- Catherine Earnshaw y Hatchcliff
- Lancelot y Guinerre
- Etc.
Y qué
decir de los cuentos que nos contaban nuestros padres antes de irnos a dormir
con la mejor de las intenciones. O la televisión, esta sí, de dudoso propósito.
¡ASI NO
SE PUEDE OIGA!.
El
listón es tan alto que cuando un Ser del
Mundo Terrenal se enamora de otro cree que para ser feliz debe llegar a ese
estado imaginario y que si no lo alcanza es porque “esa no es la persona ideal’’.
Bajo
esta premisa el ser se enzarza en una insaciable búsqueda de la otra media
naranja (término ya muy en desuso) o como se dice actualmente de la leche para
su café o de su melón para su jamón. Y conforme va viendo a lo largo de sus
días que no encuentra ni la leche para el torrefacto, ni el melón que endulce
su codiciado serrano, entonces llega la frustración.
Iconografía de dos seres buscando lo imposible.
Al
frustrarse, estos seres, van corriendo a su videoclub más cercano, entran por
la puerta con el gesto compungido por sus desastrosas circunstancias personales
y les dicen al Vendedor de Ñoñeces:
- “Dígame
señor vendedor de ñoñeces, ¿qué película me aconseja?. Ya he visto Pretty Woman
y Ghost, y aún no he encontrado a la persona ideal”.
A lo
que el vendedor muy interesado puesto que es un experto en estos temas,
responde:
- “Mmmmm….Veamos… ¿ha visto usted Nothing Hill?’’.
- “Sí, si la he visto también”. Responde
el ser.
- “¡Ahá!
Veamos pues…’’.
El
vendedor recorre su arsenal de ñoñocine muy pensativo y hablando en voz baja
para sí mismo da un repaso por toda su filmografía y le dice al ser:
- “¡Si mire, aquí está!,
ésta es perfecta para usted, le hará llorar un poco y además de eso le dará ánimos para
seguir buscando. Se titula: La boda de mi mejor amigo. ¿Le apetece?. Son tres con
sesenta”.
El ser
paga y vuelve a su hogar entusiasmado creyendo que va a dar con la llave de su
felicidad, coge unas patatas fritas de bolsa (pues en este estado siempre se
comen o patatas fritas de bolsa o chocolatinas con conservantes y lecitina de
soja transgénica), enciende su enorme equipo de home-cinema y se dispone a ver la película.
Él
solo.
A este
tipo de seres terrenales les vuelve a ocurrir lo mismo varias veces más en su
vida hasta que un buen día ya no pueden más y deciden ponerse en las manos de
un profesional. Entra en juego la figura del Sustituidor de Emociones. Esta nueva especie tiene despachos muy
clásicos y suelen ser tan serios que solamente entrar en su guarida produce
bastante miedo a las almas desconcertadas de los inconscientes seres.
El
sustituidor lo mira seriamente y le pregunta mientras se ajusta las gafas
metálicas color plata:
- “Y…dígame
Sr. Ser Terrenal. ¿Qué emociones negativas cree usted que le puedo ayudar a
sustituir?’’.
Él, muy
interesado en curarse sin importarle de si el tipo de técnicas son las
adecuadas o no y dispuesto a hacer casi cualquier cosa por sanar sin afectarle
el precio, responde:
- “No sé,
he tenido muchas parejas y ninguna me funciona nunca llegamos al amor ideal’’.
El
profesional muy serio otra vez, responde…:
- “Aha’’.
Y un
largo silencio invade la sala. Minutos más tarde el ser empieza a notarse algo
inquieto esperando con gran expectación la solución a todos sus problemas, y
decide proseguir.
- “Si
mire, es que lo que pasa, es que, yo ya he visto todas las películas del
ñoñocine y nada, nunca llego ni a la mitad de lo que se espera del amor y yo ya
no sé qué hacer, ¿sabe?’’.
Y el
sustituidor le responde:
- “Interesante”.
Y un
largo y terrorífico silencio se vuelve a apoderar de la habitación. Y del ser.
Cada vez más desconcertado.
Después
de tres o cuatro años (es la media más común), el ser se cansa y desiste sin
llegar realmente a curarse, entonces deja su psicoanálisis y se justifica
diciendo:
-“¡Bah!. ¿Quién quiere un
sustituidor cuando puede ir a la barra de cualquier bar y desahogarse con el camarero, comer
cacahuetes y fumar todo el tabaco que quiera en la puerta?’’.
Y así
siempre. Los bares están llenos de seres que fuman en las puertas.
Si
conocemos a alguno de estos especímenes debemos ayudarles porque sufren. Sufren
mucho y gastan dinero inútilmente, en películas, en cualquier tipo de análisis,
en comprar cuentos de la librería (el de Cenicienta es el más vendido), en
alimentarse de productos tóxicos y venenosos. Por ejemplo, suelen ir mucho a
comprar hamburguesas a un lugar llamado McDonalds y fuman, fuman muchísimo
Marlboro Light. Entonces, ayudémoslos:
Esta es la famosa Cenicienta que vendió
tantos ejemplares en su día.
- “¡Hola
ser terrenal!. ¿Cómo te va?”.
- “Mal. Me
va mal. La verdad”. (*Advertencia, solamente son sinceros cuando les
va mal de verdad, o sea muy mal).
- “¿Y qué
te ocurre?”.
- “Pues
que ya he hecho de todo y no encuentro a mi pareja ideal. Eso es lo que me pasa”.
- “¡Vaya
por Dios, qué drama!”.
- “Pues
sí, es un drama porque no estoy tranquilo. No sé qué hacer. He sido fiel a
todas las reglas que hay que seguir. He sido fiel desde niño, porque he leído
la Cenicienta sin sorprenderme, después he visto Mi chica Uno y Mi chica Dos
sin vomitar, Pretty Woman y Ghost creyendo que eso les puede pasar a
cualquiera, también he visto…”.
- “¡ESPERA!”.
Hay que
interrumpir total y enérgicamente la conversación ya que no podemos permitirnos
oír todos los títulos de estas películas otra vez, pues corremos el riesgo de
quedarnos dormidos a su lado. Si esto ocurriese, él se sentiría aún más
frustrado de lo que ya está. Así que es mejor decirle de un modo directo pero
cariñoso, lo siguiente:
- “Sinceramente
y por mi extensa experiencia en este tipo de problemáticas me siento en la
obligación moral de indicarte que tal vez no has buscado en el lugar adecuado’’.
- “¿¡¿CÓMO?!?.
Pero si he buscado por todas partes. ¡Incluso he viajado al extranjero!’’.
- “Déjame
decirte que lo que andas buscando está en ti. Si dejas de perseguir fuera lo
que tienes dentro encontraras lo
que anhelabas durante todos estos años’’.
(Este
ser concretamente lo que tiene adentro lo tiene muy muy adentro, por eso es tan
duro de mollera).
Y como
si hubiera visto un blanco resplandor único e irrepetible, se aleja levitando
en el espacio iluminado, que está lleno de bichitos de luz que han pasado por
experiencias similares a la suya.
El ser
interactúa con los bichitos, practica yoga, come verdura y frutas crudas casi
todo el tiempo, abandona el hábito del tabaco con aditivos, se borra del
video-club y limpia su casa de cuentos y películas enñoñadas. Cuatro meses más
tarde nos lo volveremos a encontrar (es lo que suelen tardar en terminar de
reaccionar) y lo saludaremos:
- “¡Hola ser terrenal!. Qué bien te veo es como si
tuvieras Luz en la cara, te noto mucho más ligero e incluso más activo”.
- “Si,
estoy muy bien, la verdad”. (Se les suele notar algo
de desconcierto cuando dicen que están muy
bien, la verdad. Y si no esperad).
- “¿A qué
se debe?”.
- “No sé, estoy
bien”.
- “¿Estás saliendo con alguien?”.
- “Si,
estoy con alguien especial que me respeta, me entiende, me quiere, nuestras
relaciones sexuales son buenas. Es como si la conociera de toda la vida”.
- “Eso es
estupendo, porque es lo que andabas buscando con tanto ahínco, ¿no?. De hecho
es lo que todo el mundo quiere que le ocurra, al menos una vez en la vida”.
- “Pues sí.
¡Oh cielos!. ¡Creo que la amo!”.
- “Claro,
eso seguro, se te nota en la cara y en la mirada. ¡Qué bien!”.
- “Pero, sin embargo….Hay algo. No sé qué es. (Lo
que os decía). Estoy muy desconcertado. Llevo toda la vida sufriendo y buscándola
y ahora estoy bien y ya me había acostumbrado al dolor y al sufrimiento. ¡Me
siento más raro!. Quizás deba seguir buscando, o quizás no. No, mejor debería
encontrarle todos los defectos posibles y juntarlos y después reunir el valor
para enfadarme mucho por haberlos encontrado y pelearme con ella y echarle todo
eso en cara y luego marcharme a llorar y a ver películas de Hollywood y comerme
una hamburguesa grasienta!, y… y… ¡oh Diooos míooo!. ¿Qué me ocurre?. ¡No sé
qué hacer!. ¡Oh Dios mío!. ¡OH CIELOS¡”.
Y con
los ojos más grandes que jamás veremos encima de la tierra el ser terrenal
descubre qué es lo que le pasa:
- “Creo
que ya sé qué me ocurre. Y es que, LA AMO… Y AHORA ¿QUÉ?”.
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