Esta
es pues la historia de La Otra
Caperucita:
Una
tarde de invierno al salir de clase nuestra protagonista se disponía a ultimar
los detalles de última creación. Un revolucionario restaurante orgánico en el
centro de la ciudad. Cuando su querida mamá interrumpió su objetivo para venir
a encargarle una tarea:
-
“Tienes
que ir a casa de la abuelita a llevarle este pastelito y esta botellita de
licor”.
- “¡Jo mamá! ¿ahora? Estoy super ocupada”.
- “Tu abuelita está muy enfermita y esto
que le has de llevar la va a hacer mejorar. Anda ve cariñito y no te
entretengas por el camino pues anda un lobito suelto por la ciudad”.
-
“¡Vaaale!”
Exclamó la niña con resignación.
Se
puso aquel famoso abrigo rojo con capucha anti lluvia, aquella caperuza que
hizo tan famosa a su antepasada en el cuento de los hermanos Grimm. Cogió su
Mp3, su Iphone y su Tablet y los metió todos en la mochila por si aburría en el
trayecto de autobús y con la cesta entre las manos se adentró en la ciudad atravesando
sus laberínticas y oscuras calles hasta la parada de bus.
Al
bajar del transporte, prosiguió su camino, pero después de dar dos vueltas
sobre la misma manzana se percató de que no reconocía la calle en la que se
encontraba. Se había perdido. A la vuelta de la esquina, alumbrado por la escasa
luz de una farola tenebrosa se encontraba el Lobo Feroz. Con actitud chulesca y desenfadada el sujeto en
cuestión al ver a la niña, le dijo:
-
“¿Qué
pasa tronca, estás perdidita?”.
- “Pues eso parece. ¿Tú no serás el lobo
ese come-personas que anda suelto?”.
- “¿Yo?, qué va, ni mucho menos. Y para
demostrártelo te llevaré en mi buga hasta la casita de tu abuelita”.
- “¿Y tú cómo sabes que yo voy a casa de
mi abuela?. Es más ¿cómo sabes que tengo abuela?”.
- “Pues porque si no tuvieras abuelita
serías muy presumidita y sin embargo se te ve una niña muy sencilla”.
- “¿Y no será que lo has sabido por
casualidad?”. Preguntó desconfiada. “Agradezco que seas tan amable y educado, pero es que los lobos
siempre han tratado de comerse a los protagonistas de todos los cuentos y yo
valoro mucho mi vida”.
- “Como quieras, pero mira lo que te
pierdes”. Dijo el lobo señalando su vehículo con orgullo.
-
“¡Ualá, menudo cochazo!”.
Exclamó la joven completamente deslumbrada
Descapotable
de Lobo Feroz moderno.
Con
esta evidencia Lobo convenció a Caperucita y subidos en la máquina a
trescientos cincuenta por hora, en un periquete se encontraban en la dirección
correcta.
Arreglándose
la Caperuza y el cabello removido por el viento, la jovencita bajó del carro y
agradeció a Lobo las molestias tomadas.
-
“Un
placer Sr. Lobo y gracias por todo”.
Y
se dio media vuelta para llamar al timbre de su abuela. Sin embargo y aun así
hubo algo que la desconcertó y mirando al lobo de nuevo, le dijo.
-
“¡Un
momento! Y ¿tú cómo sabes que mi abuela vive aquí?, yo no te lo he dicho”.
- “Por el Gepe Ese de Direcciones de
Cuentos para niños”.
- “¡Ah claro!”. Y
sin más dilaciones llamó al timbre.
Al
otro lado del interfono una voz extraña y grave sorprendieron a Caperucita y
también a Lobo. Tanto fue así que la joven sintió desconcierto y le pidió
que la acompañase hasta arriba.
Al
llegar a la habitación todo parecía normal, la abuelita con su gorro de dormir y
su camisón, acostada en la cama y quejosa por una desconocida dolencia. La niña
preocupada por el estado de salud de su abuela se sentó al borde la cama y
comenzó a observarla:
-
“Noto
a mi abuela un tanto extraña, ¿no ves nada raro, Lobo?”.
Lobo
Feroz se acercó con ánimo de ayudar a la pequeña, pero no advirtió nada extraño ni
anormal pues él no conocía personalmente a la abuelita de la niña, claro. De
modo que Caperucita prosiguió con las típicas averiguaciones:
-
“¡Abuela,
qué ojos más grandes tienes!”.
A
lo que aquello, que estaba tumbado en la cama que nadie sabía todavía lo que era,
contestó:
-
“Son
para verte mejor, niñita”.
- “Abuela, que nariz más grande tienes”.
- “Es para olerte mejor, niñita”.
- “Abuela que orejas más grandes tienes”.
- “Son para oírte mejor, niñita”.
- “Abuela…”.
A
lo que Lobo, cansado de este repetitivo diálogo interrumpió:
-
“¿Os
queda mucho? He quedado con mi chati en diez minutos”.
- “Espera Lobo, me queda una única y
definitiva pregunta, qué prisas ¿no?”. Bueno pues eso que decía que… Abuela,
qué boca tan grande tienes”.
Y
dando un salto de la cama y con la voz de un trueno, gritó:
-
“¡ES…
PARA COMERTE MEJOR, NIÑITAAA!”.
- ¿¿¿CÓMO??? Exclamó
Caperucita.
-
¿¿¿CÓMO???
Exclamó Lobo.
Desprendiéndose
de su disfraz de abuelita indefensa emergió otro lobo feroz (El lobo número 2) que
sin pensar se abalanzó sobre Caperucita. A lo que nuestro Lobo número 1, molesto
por la competencia salió en defensa de la pobre niña.
-
“¡Eh
tío! ¿Qué crees que estás haciendo? Este es mi cuento, así que fuera de aquí”.
- “¡Eso mismo impostor!, y por cierto
¿Qué has hecho con mi abuela?”. Dijo Caperucita.
-
“Me
la he tragado”. Contestó el Lobo número dos.
De
repente el timbre de la puerta sonó fuertemente:
-
“¡DING,
DONG!”
- “¿Quién es?”. Contestó
la joven.
- “Soy el leñador que vengo a matar al
lobo que se ha comido a la abuela y a salvar a Caperucita Roja. ¿Me abrís?”.
- “¿Leñador?. En las ciudades no hay
lañadores ¿Pero qué lio es este?”. Preguntó Caperucita muy
molesta. Y lo echó. –“¡Fuera de aquí!, no
te necesitamos, estamos resolviendo un problema familiar y tú no tienes nada
que ver con esto”.
Entre
tanto desconcierto, el Lobo número 2 sintió unas terribles ganas de ir al baño:
-
“¡Oh
Dios mío! Qué angustia, siento ganas de vomitar. Creo que tu abuelita se me ha
indigestado”.
- “Pero si eres un lobo feroz ¿Cómo es
posible eso?”.
- “Bueno, veréis es que en realidad soy
vegetariano”.
- “¿Y si eres vegetariano porque te la
has comido?”.
- “Por el qué dirán. Si no me la comía
todo el mundo iba a pensar que soy cobarde. Un lobo tan feroz como yo, no puede
ser herbívoro. Que será de mi ahora”.
-
“¡Madre
mía lo que hace la presión social!”. Pensó la niña.
El
Lobo número 2 comenzó a llorar conmovido por la vergüenza y la compasión que
sentía de sí mismo. Y el Lobo número 1 identificado por la terrible confesión
de su oponente comenzó a sollozar a los pies de caperucita:
-
“He
de confesar que yo tampoco soy carnívoro, desde que leí La alimentación Macrobiótica de George Osawa me he vuelto muy
equilibrado en mí día a día. ¡Buah, Buah!, lo siento Caperucita. Te habrás
llevado una gran decepción con los dos, espero que puedas perdonarnos algún día”.
Gran
inspiración de Lobo 1.
Mientras
la abuelita engullía el delicioso pastel de frutas y se bebía la botella de
licor de un solo trago a Caperucita se le ocurrió una gran idea.
-
“Chicos,
se me acaba de ocurrir una gran idea. Yo nunca había protagonizado ningún
cuento con un final tan feliz”.
- “¡Feliz!”. Exclamaron
los dos lobos al unísono.
-
“Si
feliz y anodino. Y para celebrarlo, os invito a la inauguración de mi
restaurante orgánico que he montado junto con mis socios en el centro. Toda la
ciudad estará allí y será una gran fiesta. Todo un acontecimiento”.
Ambos
lobos más animados y vestidos con sus mejores galas, acudieron junto con la
niña a la gran celebración. Una exquisita, cuidada y fresca decoración envolvía las
paredes y el mobiliario del local. Deliciosas propuestas alimenticias se
exponían en las vitrinas y grandes bandejas con riquísimos delicatesen de
múltiples formas y sabores conformaron un delicioso y sano menú que los
camareros servían con simpatía.
Restaurante
orgánico de Caperucita Roja.
Allí
Caperucita se sentía como en su casa, pronto presentó a los dos lobos a dos
lobas guapísimas con las que pudieron entablar una animada conversación. Todo
parecía perfecto, pero alguien captó su atención inesperadamente. Era
Blancanieves.
-
“Hola
querida”. Dijo Blancanieves.
- “¿Blanca? ¿Tú qué haces aquí?”.
- “He venido a hacer una limpieza de
estómago, desde que la bruja me dio la manzana envenenada estuve mucho tiempo
comiendo carne pues después de aquel trauma alimenticio pensé que todas las
verduras estaban alteradas. Pero gracias a mi príncipe hemos descubierto este
maravilloso lugar. Pensamos venir todos los días. ¡Es super In!”.
Al
otro lado de la sala, ocurrió lo inesperado, otra famosa del lugar merodeaba
por allí.
-
“¡Caperucitaaa!”.
Exclamó Cenicienta
- “¡Oh no, otra aprovechada!”. Murmuró
entre dientes.
-
“Oh,
la comida de Palacio está empezando a ser insoportable, cordero, ternera,
perdices, pavo. Todos los días lo mismo. ¡No puedo con mi vida!. Así que si
Madonna come de esto y tiene el cuerpo que tiene yo también quiero conservar el
mío. ¡Ha ha ha!”.
Apartada
en un rincón de la fiesta Caperucita pensó que toda la filosofía de la buena
alimentación se había perdido y se había convertido en una moda desechable y pasajera.
Estaba decepcionada y triste por las actitudes de sus compañeras de profesión.
Al ver su amargura, el Lobo 1 dejó por un momento el cortejo del que estaba disfrutando
y se acercó a su nueva amiga.
-
“¿Qué
te ocurre, niñita?”.
- “¿Es que no has visto lo que hay por
aquí?”.
- "Si, una comidita estupenda y sanísima”.
- “Me refiero al personal, esto está
lleno de oportunistas, parece tele cinco”.
- “¿Te refieres a Blancanieves,
Cenicienta, Alicia…?”.
- “¿Alicia? ¿la del país de las
maravillas? ¿También está por aquí? No me lo puedo creer. ¡Por dios que no me vea,
no quiero escuchar sus memeces de su mundo mágico y maravilloso!. Todas creen
que esto las conservará jóvenes mucho tiempo y solo han acudido porque está de
moda, no piensan en que esto es mucho más que un simple capricho”.
- “Bueno Caperucita, tampoco te lo tomes
así, piensa en la ventajita que esto puede tener”.
- “¿Ventaja? ¿pero qué ventaja? ¿Que
estas pavas estén aquí haciéndose las guays cuando si no fuera por sus
respectivos no serían nada por sí mismas?. ¡Menudo ejemplo de liberación
femenina!. ¡menuda filosofía alimenticia! ¡Bah!”.
- “Pues yo lo veo como una ventaja,
porque si esto se logra poner de moda, muchas personitas que se alimentan mal
empezarán a comer mucho mejor y otras muchas que como el otro lobito y yo nos
avergonzábamos, ahora nos sentiremos más libres para expresar sin vergüenza un
estilo de vida que nos llena espiritualmente. Venga vamos a tomar ese chupito
de verduritas que tiene una pinta increíble.
-
Vale. Ok. Pero como alguien más me vuelva a hablar con alguna palabra terminada
en ita o en ito, me quito la caperuza, me subo a la barra y cuento todas
vuestras miserias. ¿entendido?”.
Y de ese modo tan natural,
sin que nadie tuviera que comerse a nadie y sin que nadie tuviera que venir a salvar
ni a rescatar a nuestra protagonista. Se la empezó a respetar como a una auténtica
niña de negocios que sabía mejor que nadie lo que hacía, pues había contribuido
notablemente a mejorar la salud de todos sus conciudadanos.
FIN
ESTE
BLOG PARTICIPARÁ
DURANTE
TODO EL MES DE MARZO EN EL
Genial, muy moderno. Me ha encantado eso de "Madre mia lo que hace la presión social"
ResponderEliminarEnhorabuena
HOla, me alegra que te guste. Si, si es que yo creo que el tema de la presión social es otro factor que entorpece las buenas costumbres. bueno también por supuesto la mediática, la política, etc, etc. bueno esto lo sabemos ya tod@s a estas alturas. Ahora se trata de actuar y de ir aortando poco a poco la otra cara de la moneda, la que no interesa porque no da dinero (todavía) ya veremos que ocurre si esto se pone tan de moda que a todo el mundo le de por estos temas.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Mo!! como todo lo que escribes!! y me parece que si algun día esto fuera "masivo" dejaría de ser "especial", no creo que la gente este dispuesta a aprender a comer, que al fin y a la postre es de lo que se trata, de una concienciacion sobre lo que comemos y de dónde viene.....mira, hay temas que han calado mucho más como los geles sin jabón, sin perfume, sin sales.......por qué?? porque la gente se ve los problemas de piel, pero nadie tiene un cuerpo transparente para ver cómo esta su higado, su estomago o sus instestinos.......y como segun los yogures activia lo que mola es ir sueltecito al water......pues todo es normal!! tu no dejes de sorprender!!
ResponderEliminarMuchas gracias Pi, muy nutritivo e inteligente tu comentario.
EliminarEs cierto, lo que se parece más importante a veces que lo que no se ve.
Lo de los activia son otro invento más para ganar dinero a nuestra costa. Y añado otra cuestion en torno a lo mismo: no hay nada mejor que ir al baño cuando el cuerpo te lo pide forma natural y regular, porque tu alimentación te lo permite, no porque algún producto nuevo y novedoso te obligue.