martes, 28 de febrero de 2012

UN MES SIN CARNE


Hace unos días, navegando por internet entre todas esas deliciosas recetas sobre cocina vegetariana descubrí una iniciativa puesta al servicio de l@s los bloger@s titulada: MES SIN CARNE.

Siendo Marzo el mes elegido para practicar el noble y difícil arte de cuidar nuestro cuerpo y nuestro entorno. Todo el que quiera participar debe inscribirse y mandar sus entradas en relación con el aún desconocido mundo del vegetarianismo/veganismo.


Logo de la iniciativa

Después de esto, no pude evitar pensar en lo difícil que resulta a veces moverse en este submundo sin ser criticado, burlado o incluso vilipendiado. En todas las reuniones, algún alma aburrida siempre deja caer un chiste o una gracia tras de otra, bajo la justificativa coletilla de: “¡Jo tía, es una broma!”.

Pero como decía mi abuela, una mujer centenaria y sabia, una broma deja de serlo cuando se repite más de tres veces.

Así que, esto es lo que parece que hay de momento: Un primer mundo dominado por inconscientes bromistas y un submundo minoritario poblado de seres consecuentes que ríen por no llorar.

Como mi amiga Flora.

Flora es una mujer hermosa, esbelta, con la piel tersa y pálida como una margarita. Ligera como la Diosa Artemisa y amable y cariñosa con todos los seres vivos. Delante de su cocina, despertaba tanta fascinación como un vals bailado a la luz de las estrellas. Un buen día decidió que su forma de vida era poco menos que una religión y que solamente se casaría con un hombre vegetariano o vegano o ambas cosas. Y con nadie más. ¡Y punto!.

Decidido esto, mientras los años continuaban pasando fieles al calendario, leal a su determinación, seguía rechazando pretendiente a pretendiente pues su estilo de vida no era ni oportuno, ni adecuado, ni conveniente. ¡Y punto!.

Mi amiga continuaba su vida con el mismo entusiasmo de siempre. Paseaba por los mercadillos en busca de fruta y verdura fresca, investigaba a cerca de nuevos ingredientes, elaboraba sabrosas recetas mientras entonaba alegres cancioncillas, ofrecía asesoramiento, clases de cocina y conferencias sobre vida sana. Y escribía diariamente en su blog titulado:  Soy vegana ¡y punto!.

Un buen día, invitaron a Flora a dar una charla en uno de los gimnasios más conocidos de la ciudad. Aquello supuso un gran reto para nuestra Artemisa, cosa que le encantaba pues era valiente y decidida.

Se dispuso estudiar a la población a la que se había de enfrentar en su hábitat natural. Resolviendo apuntarse para recibir algunas clases y por qué no, acudir también a la sala de fitnes, pues era allí donde actuaba la famosa tribu de los Comedores Compulsiv@s de Carne.

Esta etnia habitaba en la parte superior de la nave y desde allí levantaba pesas sin parar para conseguir transformar sus cuerpos en verdaderos titanes. A Flora aquel ambiente cargado de testosterona atrofiada le horrorizaba y con su delicado olfato podía percibir el olor a carne sudorosa que se filtraba a través de los poros de los forzudos.

Pero permanecía allí fiel a sus objetivos y contenta por conseguir información de primera mano.

Un día, un joven titán que practicaba un curl con ambas manos, al verla pasar, se quedó pasmado ante tanta luz y belleza. No estaba habituado a percibir un tipo de elegancia de tal magnitud y las dos pesas se le cayeron al suelo de súbito.

Inmediatamente supo que tenía que conquistarla y se le acercó con suavidad y educación.

-      “Hola, ¿vienes mucho por aquí?, nunca te había visto antes. Fauno, me llamo Fauno”. Y le extendió su mano.

-      “Mi nombre es Flora. No vengo mucho. Qué nombre tan extraño tienes ¿A qué se debe?”.

-      “¡Ah!, es por la Fauna… la fauna y la flora, ya sabes, como fui niño, pues me pusieron Fauno. A mi padre le encantan los animales. Comérselos. ¡Ja, ja, ja!. ¡Nooo, es broma!. Ven te enseñaré las instalaciones”.

Ella se sintió inmediatamente atraída hacia el chico, pero no le cuadraba lo del nombre y antes tendría que someterle a un riguroso examen, pues si no era una persona sana y consecuente no tendrían posibilidades de un futuro juntos.

Al poco tiempo de verse en el gimnasio concertaron una cita. Fauno invitó a cenar a Flora a un restaurante vegetariano, pues esa fue la condición que ella le puso a él.

El chico nunca había estado en ningún lugar de tales características pues normalmente se alimentaba de carne, pescado y cualquier cosa que compraba en el mercado sin pararse a pensar, creyendo que por levantar pesas a diario su vida ya era saludable.

Pero lo que Fauno quería de verdad era conquistar a la joven gacela, como fuese, aunque tuviese que simular que ese tipo de comida le encantaba.

-      “¿Qué van tomar?”. Preguntó la camarera.

-      “De primero una sopa agri-picante pequinesa y luego unas albóndigas de avena y shitake con salsa de tomate y coco.  Para beber un zumo de pera con jengibre”. Respondió Flora.

-      “Muy bien. ¿y usted?”.

-      “Yo… Tomaré lo mismo, gracias”.

De momento la cosa iba bien, ella no sospechaba nada, así que comenzaron a saborear los humeantes y nutritivos platos. Flora estaba embriagada por los aromas y se sentía dichosa por poder compartir con un hombre la mayor de sus pasiones.

-      “¡Oh, ummm…! ¡qué buena está!, cómo me gusta ver los brotecitos de soja flotando en el plato”. Y sonreía encantada.

-      “¡Oh, sí, está buenísima!. Claro la soja ¡cómo flota!”.

Al tercer sorbo, Fauno tuvo que fingir un ataque de tos, pues su propio cuerpo rechazaba aquellos sabores a verduras con a saber qué.

-      “¿Estás bien?”.

-      “Si, digo no, es que me ha dado un ataque de tos, voy al aseo, enseguida vuelvo”.

Ya en la intimidad, el joven aventurero, no podía creer lo que había llegado a comer, una sopa extrañísima llena de verduras, ¡por Dios qué asco! ¿Y qué iba a ser de él el resto de la velada?. Intentó tranquilizarse para poder volver junto a ella. Se lavó la cara, se mentalizó y dispuesto a probar el segundo plato tal que un experto, se sentó en la mesa junto a su amada.

Flora continuaba disfrutando con el segundo plato, casi tanto o más que con el primero:

-      “¡Oooh, qué ricura, mmm, qué maravilla! ¿no te parece?. Las shitake son tan exóticas”.

¿Qué iba a opinar el falso especialista si el único ingrediente de aquellos que había comido alguna vez era el tomate?.

-      “¡Oh sí, excelente, las shitake, ¡qué graciosas!”.

Hasta el final de la velada nuestro joven cazador tuvo que reprimir su instinto más agresivo de comer carne. Tanto fue así que cuando llegó a su casa abrió la nevera y atacado por el síndrome de abstinencia sacó una enorme hamburguesa doble que le quedaba del día anterior y sin calentarla, la engulló. Directa al estómago y a la sangre. Sin respirar. Y sintió un alivio inmenso.

Al poco tiempo de fingir este arte, Fauno y Flora ya eran novios. Ella se sentía feliz pues creía haber conseguido lo imposible. Un hombre que la amaba y además con principios. Pronto se había embarcado en un nuevo proyecto de cocina vegetariana oriental e investigaba casi a diario utilizando a un complaciente Fauno como conejillo de Indias.

El joven había aprendido a escupir la comida al gato de Flora cada vez que ella se daba la vuelta o se despistaba mirando las plantas de su jardín (pues no tenía televisión. En casa de Flora no se utilizaban esos aparatos contaminantes). De modo que ella seguía en la más absoluta ignorancia mientras Fufú se convertía poco a poco en el más fiel admirador de la nueva aventura de su dueña.


Fufú degustando sushi. Encantado con la experiencia.

Pronto, la joven vegetariana decidió participar en un concurso de cocina macrobiótica y animada por su novio emprendió la búsqueda de nuevos y exóticos ingredientes.

Mientras tanto Fauno desahogaba sus penas en el supermercado comprando kilos y kilos de carne de la más roja.

Un día, lo vio entrar en la tienda y tan feliz por haber encontrado vinagre de arroz a un precio irrisorio lo siguió para compartir su entusiasmo.

-      “¡Cariño, cariño!. Hola cariño te he visto entrar y… quería decirte que he encontrado… ¿qué estás haciendo? ¿qué es eso? ¿carne? ¿de animal?. Pero ¿cómo has podido?”. Y se echó llorar.

-      “Yo… ¡esto no es lo que parece, te lo puedo explicar!”.

-      “¡Y un rábano! Estás comprando carne. ¡Me has engañado!”.

Flora se fue a casa a continuar con su desconsolado llanto. Había sufrido un desengaño horrible del que jamás se iba a poder recuperar. Toda su ilusión se había venido abajo. Ya nunca podría confiar más en ningún hombre. Al menos en ninguno que fuese a un gimnasio.

Ni cientos de disculpas en el contestador, mensajes de correo electrónico o ramos de espinacas con coles de Bruselas con tarjeta de papel reciclado, pudieron calmar la pena que sufría.

Hasta que un día del mes de marzo Fauno le escribió una carta que realmente la conmovió.

“Querida Flora, nunca antes había conocido a nadie como tú, de no ser por ti hoy no conocería los beneficios de una dieta sana, ni sentiría compasión por los animales. Te escribo desde una Clínica de Desintoxicación de Carnívoros Anónimos. Permaneceré aquí un tiempo. Estaré un mes sin carne. Cuando salga me gustaría volver a verte y que me perdonases. He sido un mentiroso y lo sé. Pero ya no volveré a hacerlo. La carne me ha hecho hacer y decir cosas que en realidad no sentía. Lamento haberte tratado así. Te quiere Fauno.

PD: he decidido cambiar mi actual nombre por el de Floro. Creo que es más acorde con mi nueva vida”.

Un año después Flora y Floro se casaron en una ermita alejada del mundanal ruido y a sus asistentes los cuidaron como a ellos mismos les gustaría ser tratados. En el banquete no hubo carne, ni pescado, ni grasa animal, ni ninguna sustancia o ingrediente que suscitase el más mínimo síntoma de dependencia.

Y fueron felices para siempre y comieron hamburguesas de soja con tofu.


¡Equilicuá!

6 comentarios:

  1. que bonitoooooooo!! la gacela cazada por Fauno!!! eres una crack, y como dice mi pareja que esta aquí a mi lado..........LO QUE NO CONSIGA UNA MUJER!!!

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    1. Eso dicen si, que las mujeres podemos conseguir todo lo que nos proponemos... ¿será verdad? jijijijiijij

      Me alegra que os haya gustado, un abrazo a los dos

      MOyla

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  2. Hola guapa! Hacia tiempo k no entraba esta super chulo tu blog! Un mes no lo se pero unas semanitas sí,me lo tomo con calma :)... poco a poco! Oye y que opinas de l a dieta de purificación de visicula? Me estoy planteando...ya me diras algo, un beso!

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    1. Pues nunca he hecho ninguna limpieza de este tipo. He consultado algunas cosas sobre esto y me parece que es muy profunda y recomendable, pero no puedo opinar de forma certera pues como te decía no la he probado.

      De lo que he consultado, esto es lo que me parace más completo:
      http://www.enbuenasmanos.com/articulos/muestra.asp?art=1913

      abrazos y muchas gracias por compartir, espero que te hagas seguidor/a pronto ;-)

      MOyla

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  3. Hola! Ya estoy por aqui siguiendote ;)
    Yo también participo en el mes sin carne, y me ha llamado la atención que en esta entrada explicas que hay que mandar las entradas que vayamos haciendo. Yo la verdad es que no sabía nada de eso. Donde hay que mandarlo?
    Muchas gracias!

    http://cutecatcake.blogspot.com/

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    1. Hola Julia, bienvenida y muchas gracias por seguirme. Creo que si lo he puesto así está mal. Basta con apuntarse ;-)

      Espero que te haya gustado el blog o al menos esta entrada.

      Un saludo
      MOyla

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