domingo, 12 de febrero de 2012

¿QUIEN ERA VALENTÍN?


HOY

Los romantic@s o l@s novi@s y espos@s abnegad@s de hoy, se apresuran entre el quehacer diario para obtener el último objeto de moda que sorprenda a su pareja en el Día de San Valentín.

Todas las tiendas tienen su código expuesto en el escaparate. Uno o varios corazones rojos. Este símbolo indica que cualquier Ser puede entrar en un comercio y comprar lo que sea, tenga o no que ver con el amor. Un juguete sexual de última generación, una aburrida corbata de rayas grises y marrones o una balanza digital. No importa lo que se regale, lo que importa es que la pareja NUNCA le pueda echar en cara que se le olvidó que era el Día de los Enamorados.

Sin embargo, existen Seres a los que les cuesta enormemente decidirse entre tantísima oferta. Y es normal pues son miles y miles los artículos que aparecen ante nuestros ojos por lo que no es fácil tomar una determinación. Después de pasar largas horas durante varios días buscando y buscando estos Seres acaban confusos, frustrados y desesperados.

Por esta razón lloran mucho y se les puede ver en cualquier parte de la ciudad sollozando o incluso gritando ante la comprensible desesperación.

Aquí se pueden verse varios de los ejemplos más significativos.


EJEMPLO A:
Hombre llorando en el interior de una óptica
debido a la indecisión causada ante tanta oferta.



EJEMPLO B:


Mujer suplicando desde la calle
para que no le muestren más artículos.

Y como es normal, todo tiene sus consecuencias. Cuando los más pequeños de la casa advierten los hechos, éstos se contagian y también se expresan.



Bebé expresándose.

Y esto mismo se hace extensible a las mascotas, las plantas y cualquier ser vivo o muerto del hogar.

Les parecía imposible que una cebolla también llorase, ¿verdad?.
Pues ya ven este drama también les afecta.

Porque es una cadena imparable y una vez que empieza la fiebre ya nada puede detenerla.

AYER

Un día mientras recogía la ropa seca de la terraza oí unos golpes procedentes del vecino de al lado. Al principio no hice mucho caso pero cuando me dispuse a relajarme en la hora más preciada del día (la siesta), comencé a desesperarme pues aquellos ruidos no sólo no cesaban sino que insistían cada vez con más fuerza. Así que llamé a su puerta en un intento de apaciguar aquel estruendo.

El vecino de al lado era un Profesor de Ciencias Loco, jubilado y con mucho tiempo libre. Llevaba siempre una bata blanca y unas gafas de vista tipo culo de vaso. No hizo falta decir nada, pues aquel hombre había hecho un descubrimiento y estaba deseoso de compartirlo con quien fuera.

-      “Pase, pase”. Me dijo muy amablemente. Y muy orgulloso me mostró un enorme aparato metálico con grandes alerones, dos asientos en su interior y una infinidad de botones que solamente él podría entender”.

-      “¡Oh!. Exclamé. ¡Qué cosa tan extraña!. ¿Qué es?”.

-      “Es una máquina del tiempo”. Dijo en voz baja.

-      “¡Una Máquina del Tiempo!”. Mis ojos tomaron el tamaño de dos balones de playa y de inmediato quise jugar a la pelota, o para que me entiendan, conocer más acerca del asunto. “¿Y a dónde quiere ir usted con esta máquina?”.

-      “Quiero viajar al pasado”.

-      “¿Y a cuál de todos ellos?”.

-      “Al del Imperio de los Romanos”.

-      “¿Y por qué allí?”.

-     “Porque ellos son los responsables del Día de San Valentín. Tengo entendido que un tal Claudio II quiere ejecutar a un sacerdote conocido como San Valentín y voy a ir a impedirlo pues si lo mata este Santo se quedará para siempre como un mártir y todo el mundo lo celebrará cada año en su memoria. Que es en realidad lo que está pasando hoy. Este es un tema que me tiene traumatizado desde hace años. Un San Valentín olvidé tener un detalle con mi mujer. Me dejó después de cuarenta años juntos. Lo que busco es que eso deje de tener importancia para el mundo entero y mi mujer vuelva conmigo”.

Me quedé sin palabras. Se trataba de un tema que en aquellos momentos a mí me interesaba muchísimo por todo el sufrimiento que suscitaba en los seres humanos hasta el punto de acabar con unas relaciones supuestamente consolidadas.  Así que ataviada con una gran sonrisa y dispuesta a correr el riesgo de que los acontecimientos históricos cambiasen, le pregunté:

-      “¿Podría ir con usted?. Yo también tengo mucho interés en esclarecer este delicado asunto?.

-      “Sí, claro que podría. Pero yo me voy ahora mismo. ¿Sigue estando dispuesta?”.

-      “¡Por supuesto, es perfecto, vayámonos. Ahora!”.

Nos acomodamos y el Profesor puso la Máquina del Tiempo en marcha. El aparato comenzó a dar vueltas sobre sí mismo y a emitir un sonido agudo seguido de un estruendo. Sentí que la velocidad de la luz recorría todo mi cuerpo, mis venas, mis fibras, mis huesos y hasta mis pensamientos. Al cabo de poco ya estábamos en la Roma Imperial y vestidos como ellos por arte de magia (supuse yo), pasamos totalmente desapercibidos entre la muchedumbre.

Recorte del Vogue del Imperio Romano

Bajo la premisa de: Preguntando se llega hasta Roma. Mi vecino y yo dimos enseguida con el paradero del mítico Sacerdote popularmente conocido como San Valentín. Pero ya era demasiado tarde. Los restos del Santo yacían junto a un precioso almendro rosado en las proximidades del Coliseo.

Cuando el Profesor Loco fue conocedor de tal noticia, su rostro pasó del color blanco arrugado por la edad a un rojo intenso encolerizado y brillante de rabia. Todo ello de inmediato. Y la emprendió contra un Informador que pasaba por allí. De tal modo que le sonsacó casi por la fuerza el nombre y apellidos del responsable de aquella gran desgracia. Tanto fue así que el Informador nos acompañó en su carro de caballos hasta la morada del Emperador. Mientras que por el camino iba relatando la historia sucedida en un intento de tranquilizar al Profesor.

-     “Verán ustedes. El Emperador Caludio II había prohibido la celebración de matrimonios entre jóvenes porque en su opinión los guerreros solteros estaban mejor dotados para la lucha ya que tenían menos ataduras. Considerando todo esto una injusticia Valentín celebraba matrimonios clandestinos. Cuando el Emperador se enteró lo llamó para quitárselo de la cabeza de forma pacífica, pues el Santo había gozado siempre de mucha popularidad por esta iniciativa. San Valentín convenció temporalmente a Claudio pues curó a su hija de una ceguera. Pero su gobierno persuadió al Emperador para que lo aniquilase cuanto antes. Así que Claudio II decidió martirizarlo y después ejecutarlo. La hija del Emperador en eterno agradecimiento plantó junto a su tumba un hermoso y rosado almendro símbolo de la amistad y del amor duraderos”.

El profesor, en lugar de apaciguar su ira con la argumentación de la historia contada por aquel hombrecillo, y aún más exaltado, bajó del carro de caballos y en la puerta de la casa del Emperador, cogió a un Centinela por las solapas de su armadura y le gritó:

-      “¡EXIJO VER A DON CLAUDIO!”.

A lo que el guardián le respondió:

-      “Es que ahora no puede atenderle. Está muy ocupado con una estrategia de invasión a Hispania”.

-     “¿Invasión a Hispania?. ¿Dónde está ese cretino?. ¡CLAUDIOOO, CLAUDIOOO!. Gritó. ¡¡¡ Ven aquí, maldito cobardeee !!!”.

Al cabo de un rato de permanecer allí gritando sobre la calzada de adoquines apareció el tal Claudio II. A medio vestir y a medio afeitar.

-      “¿A qué se debe esta alteración?. Me estoy aseando y unos gritos que no cesan de pronunciar mi nombre han interrumpido mi quehacer íntimo”. Preguntó indignado el poderoso hombre.

A lo que el Loco Profesor, rabioso y excitado a pesar de mis múltiples recomendaciones de no cambiar el curso de la historia bajo ningún concepto, lanzó:

-     “¿Claudio?, ¿es usted Claudio?. Así que es usted Claudio, ¿no?. ¿Le parece a usted bonito lo que ha hecho?. Qué poderoso se siente usted ¿Verdad?. Pues sepa usted que eso no es de adultos. ¡Menuda chiquillada!. Dedito para arriba y no pasa nada. Ahora bien, le da a usted por mover el dedito para abajo y se acabó todo ¿no?. Pues por culpa de su dedo gordo mi mujer me ha abandonado. ¡Que lo sepa!. Es usted un… un… ¡Insaciable!. Un…”.

-     “Oiga, no me insulte que le pongo el pulgar hacia abajo ¿eh?”.

-     “Ah si ¿eh?. Pues como se ponga tonto le cambio la historia y se queda usted con las ganas de invadir Hispania”.

Y el gran Emperador ante aquella amenaza, sucumbió arrodillado frente al profesor, rogándole:

-     “¡No, Hispania no, por favor, no me quite eso, yo me muero por probar el jamón de jabugo!”.

-     “No me lloriquee ¿eh? que me emociono. ¡Ñch!, hay que ver lo que hay que hacer por tal de promocionar nuestros productos típicos fuera del País. Mire, le propongo una cosa Señor Emperador. Como ya no hay más remedio. Usted deja de hacer malabares con los dedos de sus manos y yo le dejo que invada mi país. ¿Vale?”.

Una vez acordado aquello. El Profesor Loco y yo volvimos a 2012. Aparentemente todo era igual de aburrido. La gente seguía llorando por las calles desesperada, los corazones continuaban adornando los escaparates y los bebés y las cebollas seguían sufriendo los típicos daños colaterales.

Pero un día en que El Profesor Loco volvía a casa cansado después de una intensa  investigación de campo con sus ex colegas, tuvo la más bonita de las sorpresas que jamás imaginó. Alguien había plantado un precioso almendro rosado en su jardín y de  una de sus ramas más floridas colgaba una nota:

“Querido mío, he entrado a hurtadillas en tu apartamento, pues aún conservo la llave. Qué pena que hayas malgastado tu dinero con robots de cocina, planchas u objetos inservibles durante tanto tiempo. Qué pena que no te hayas acordado de mi nada más que en el Día de San Valentín. Qué pena que nunca me hayas regalado algo tan bello como un almendro pues es, desde siempre, el símbolo de la amistad y el amor eternos. Si quisieras despertar de tu letargo, te estaré esperando…”.


2 comentarios:

  1. COMO MOLA!! que bonito lo del almendro, aunque yo la historia la había escuchado pero nunca lo del almendro.....esta parte es real???

    Sigue así Mo, desde luego no puedes dejar sin explotar tanta imaginación y tanta facilidad para cambiar de argumento!!

    me he dejado el tabaco y me he enganchado a este blog!!

    eres adictiva

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    1. Hola Pi, si lo del almendro dicen que es una fábula así que no es uno de ms inventos. Es muy bonito, si. A mi me encantó la historia cuando la leí.

      Muchas gracias por tus ánimos motivadores y me alegro por lo del tabaco :-)

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