martes, 31 de enero de 2012

UNA INVASIÓN EXTRATERRESTRE

La Isla de Manhattan es como un inmenso Centro Comercial con viviendas dentro. Para que nadie escape.

Luces de neón de todos los colores y anuncios gigantescos con atractivos modelos inundan la ciudad incitando a comprar. Los puestos de comida rápida y barata facilitan las posibilidades del non stop del shopping. Vigorosa, dinámica, poderosa y cambiante, esta Isla fue en su día un paraíso habitado por indígenas que originalmente la bautizaron con el nombre de Mannahatta o Isla de las Muchas Colinas. Lo que nos hemos perdido.

He sido raptada y arrastrada en cuatro ocasiones hacia este lugar, sólo para ir de compras. Y la responsable de todo esto es mi amiga Zelda (nombre excéntrico donde los haya, que su madre puso en recuerdo de su padre el cual pasó sus últimos años encarcelado. Feliz idea).

Confieso que cada vez que fui me lo pasé en grande. Incluso en última ocasión obtuve (sin intención alguna), una información privilegiada y secreta de primera mano, que me hizo famosa y que cuando la Nasa se enteró expresó la voluntad de reclutarme en su equipo a través de una correcta comunicación por fax. Pero todo a su tiempo. Primero les describiré a mi amiga pues merece especial mención.

Zelda es esa excéntrica que emerge en todos los grupos de amig@s tarde o temprano y que le da a la pandilla una Identidad Propia. Son como el sello del grupo. Una Institución que posee sus exclusivas e inequívocas normas. Ella gozaba de ese punto de extravagancia caprichosa que le originaba los alardes de grandeza que creía merecer, pues su vida era intrincada y compleja como un Puzle Masterbrain, muy difícil y sin resolver.

Presumía fatalmente de que un grupo de extraterrestres la habían seleccionado de entre toda la población, para tele-transportarla al planeta Espiga IV, asegurando haber sido desmaterializada para extraer muestras de su cuerpo con el fin de imitar su excelente genética.
Ante semejante fábula no se podía más que oír y callar, pues como toda Organización establecida en su sector y con experiencia demostrada, no se la debía contrariar en modo alguno ya que era La Sabia Conocedora de la VERDAD y l@s demás unos súbditos con salario.

Aquel cuarto viaje a La Isla de Las Compras, comenzó siendo algo… incómodo, diría yo. No encontramos billete hasta el último momento, el vuelo salió con retraso, hubo que hacer escala y l@s azafat@s eran de lo más enojoso. Preguntando donde estaba el baño te mandaban a sentar y preguntando cuál era nuestro asiento te mandaban al baño. Parecían pruebas sutiles de que algo anodino podía suceder. Era como una intuición o un presagio.

Seis horas más tarde de lo previsto llegamos al JFK. Agotadas, consumidas, airadas e irritadas por todas las molestias. Pero poco a poco, viendo que el hotel parecía venir a nuestro encuentro tal que un oasis en pleno desierto, aquellas sensaciones negativas que no son más que un estorbo, se fueron diluyendo.

Por la mañana ya éramos conscientes de nuestro cuerpo, y decidimos emprender la aventura por los trazados lineales de la ciudad. Zapatillas en los pies, perrito caliente y cofee to take away en las manos (en contra de toda mi filosofía alimenticia) divisamos a lo lejos una figurilla con forma oval de color verde.
Al acercarnos advertimos que se trataba de un pequeño ser con vida propia. Pies y manos con uñas tipo garra, uniojo en el centro, cuernecillos de diablo y sonrisa con dientes de argallera, consiguieron que hiciésemos un alto en el camino. Un Kit-Kat para saciar nuestra curiosidad.

En mi escaso conocimiento de la Ufología, al verlo allí parado y risueño, le pregunté:

-      “¿Eres la sorpresa de un huevo Kinder?”.

Pero Zelda, más erudita que yo, exclamó:

-      “¡Oh My Good!. ¡Eres un Alien del planeta Espiga IV!”.
Modelo de Alien de Espiga IV


Y se presentó al expresivo personaje sin reparos y llena de vanidad.

-    “¿Qué tal, cómo estásss?. Soy Zelda. ¡Me suena taaanto tu cara!. ¡Oisss, cuanto tiempo!, ¿no?. ¿Es posible que estuvieras presente durante aquella desmaterialización que se me realizó en tu planeta?. ¿hicisteis muchas copias de mi genética?”.

-    “No. Solamente te captamos por azar para extraer una muestra de sangre, pero no hicimos nada con ella”.

Muy ofendida, no dudó en lanzar cualquier cosa que venía a la mente:

-    “¿¡¿Cómo dices?!?. ¡Enano insolente!. ¡Huevo verdoso y maloliente!. ¡Habitante de las cloacas!. ¡Germen molesto y putrefacto!. ¡Hamburguesa grasienta!. ¡Tablero de ajedrez sin torres!. Ehmm… qué más, qué más. ¡Cocina sin fogón!, ¡cura sin sotana!, ¡elemento condescendiente!…”.

Hasta que se quedó sin ideas.

-      “¿¡¿Elemento condescendiente?!?”. Exclamé desconcertada.

-      “Sí. Eso es lo que he dicho”. Respondió ella.

-      “Pues eso no tiene sentido”. Repliqué.

-      “¿Y qué?. ¿Acaso tiene sentido la existencia de este Alien inmundo?. ¡Pues no!. No la tiene y sin embargo aquí está”.

La Sabia Conocedora había hablado, y el Alien y yo la mirábamos con asombro por su inteligente manera de salirse siempre con la suya, entre otras cosas, pues su irritabilidad también era algo que suscitaba expectación.

Se hizo un pequeño silencio esperando que alguno de los tres reaccionara y mientras tanto allí nos encontrábamos, en plena Fifth Avenue. Muy mudos y viendo pasar taxis y más taxis amarillos. El Alien, que no tenía todo el día, decidió enviar la conversación hacia otros rumbos más nutritivos, ya que él era mucho más inteligente de lo que parecía:

-    “Yo creo que un tomate y una sandía tienen el mismo color pero en realidad poco tienen que ver entre sí”.

Esta afirmación nos creó un desconcierto enorme y Zelda, que siempre trataba de tener la última palabra, en esta ocasión no pudo hacerlo. El Pequeño y astuto alienígena, aprovechando la sensación hipnótica de sus palabras, nos invitó muy amablemente a visitar su Platillo Volante.

En cuestión de cero coma cero cero dos décimas de segundo, nos encontrábamos en el interior de aquel O.V.N.I., con la misma cara de sorpresa que cuando un niño adicto entra en una tienda de chuches en la que todo es gratis.

Sistema de ahorro energético del platillo
con pila recargable y bombilla sin mercurio.
Muy ecológico.

Una vez dentro, el pequeño ser nos mostró la nave para hacer que nos sintiéramos como en casa, y en seguida su tripulación puso en funcionamiento aquel aparato. No teníamos miedo pues milagrosamente dábamos crédito a las promesas del extraterrestre de no iniciar ninguna actuación deshonesta con nuestros cuerpos.

-    “¿Por qué nos ha traído hasta aquí?. ¿A dónde nos lleva?”. Le preguntamos.
-     “Miren por la ventanilla. Desde esta distancia todo se ve más claro”. Contestó él.

-     “¡Oh!. Qué gris tan poco favorecedor. ¿Qué es?”. Preguntó Zelda.

-     “Su planeta”.

-     “Pero si nuestro planeta es verde”. Rectifiqué.

-     “¿Están seguras?. Miren bien”. Respondió.

-     “Bueno hasta hace cero coma cero cero cinco décimas de segundo, si lo era. O al menos lo parecía”. Dije yo.

-     “Pues ya ven. Es gris”. Afirmó el Alien.

 Y Zelda, aún con cierto rencor hacia el ser verde, se impuso:

-     “Si, muy bien. Gris. ¿Y…?. ¿Para qué nos ha traído usted aquí?”.

-     “No. Pues simplemente porque me han parecido ustedes simpáticas y he querido que nos conozcan para poder intercambiar opiniones sobre cómo está el Universo”.

-     “Así de simple. ¿NO?”. Zelda, algo incrédula.

-     “Si, es así de simple. Nosotros no somos seres complicados, ni vengativos, ni nada de eso. No, no. Solo invadimos cuando lo vemos todo perdido, pero nunca nos peleamos ni nos aniquilamos a nosotros mismos. Vivimos muy en paz y sintonía con nuestro entorno".

-     “¿Qué entorno ni que ocho cuartos?”. Cada vez más nerviosa.

-     “El nuestro. No somos como ustedes. Ustedes son capaces de destruir su propia casa, la tierra que les sustenta. Contaminan su propio aire que respiran y envenenan las aguas que beben. No lo logramos entender del todo aún, pero quizás se deba a que no están lo suficientemente evolucionados. A ustedes les dominan unos seres que tienen mucho dinero. Así lo llaman ¿no?. Son unos papeles de colores por los que se matan entre ustedes y por los que se esclavizan para el resto de su vida. Les educan principalmente para dos cosas: producir y consumir, y tienen un nombre para los que no están de acuerdo con ese sistema. En sus años sesenta los llamaban hippies, luego radicales o antisistema y los marginan porque no hacen las mismas cosas que el resto. En fin, a nosotros todo esto nos parece bastante escalofriante, pero claro, si les va bien así, pues nada, sigan con sus cosas”.

Aquellas palabras sin maldad, me parecieron reveladoras y se abrió ante mí todo un mundo de posibilidades. Estaba entusiasmada e insistí en conocer más sobre su sistema y costumbres. Pasamos horas, viajando en el platillo y viendo desde las alturas los diferentes países, los planetas, las estrellas, e incluso pudimos visitar otros sistemas que aún nadie ha ilustrado en los libros. Y como no, el planeta Espiga IV y sus habitantes. Se trataba de una experiencia insólita en mi haber y no quería que terminase aquella aventura. . Así que le propuse quedarnos unos días.

Alien aceptó, pero Zelda exigió como condición para quedarse, una habitación de color blanco absoluto, para ella sola, pues se lo merecía después tan horrible humillación. Su sangre era más que azul. Violeta. Y nadie iba a desmitificar aquella idea de su mente.


Al día siguiente, los habitantes de Espiga IV nos recibieron con los brazos abiertos. Eran simpáticos y sonreían todo el tiempo, se abrazaban cuando se cruzaban por las calles, dedicaban tiempo a sus seres queridos, trabajaban lo justo y necesario sin perder el tiempo en charlas banales. Su planeta era verde, rojo, amarillo…. Era multicolor. Un paraíso más hermoso aún que el entorno que envolvía a Adan y Eva, según nos cuenta nuestra historia.


Lo más curioso es que desde aquel lugar se divisaba nuestra maltratada tierra junto a otro planeta verde. Armazón IV. Y sí, se veía gris. Muy gris. Tristemente gris.

Espiga IV en primer plano.
Armazón IV parecido a la tierra hace mucho tiempo, en segundo plano
Y la tierra en tonos gris al fondo (muy pequeña)


Mientras mi amiga, más interesada en descansar para tener buen aspecto dormitaba en su inmaculada suite. Alien y yo paseamos por su hermoso mundo perdido.

Unos aliencitos que jugaban entre la verde pradera, al verme tan extraña e inusual se acercaron con ingenua expresión:

-      “¡Mirad!. ¡Una Extra-Espiga-Cuatrestre!”.

Y otro, algo mayor y más resabiado añadió:

-      “¡Hola!. ¿Eres de la TierraSuciaCorruptayGris?”. Preguntó con una sonrisa.

La verdad, no supe qué decir. Y menos mal que no fue necesario pasar por tan grande vergüenza, pues entre todos los pequeños ilustraron perfectamente lo que ocurre en nuestro planeta.

-      “Si es. Es de allí. De donde maltratan a los animales. ¿Verdad?”. Y sonrió.

Otro pequeñín se incorporó a la investigación:

-      “¿Por qué en la Tierra maltratáis a los niños y a las mamás de los niños?”.

Y pronto una multitud se unió para tratar de esclarecer un comportamiento tan salvaje como el que tenemos (o más bien tienen) algunos humanos:

-      “¿Por qué vendéis cosas que sabéis que son malas, como las drogas, el azúcar blanco, las grasas, el tabaco, el alcohol… y todo eso?”.

-      “¿Por qué os matáis entre vosotros con armas?, si sois hermanos”.

-      “¿Por qué fabricáis cosas que son malas para vosotros y para la tierra, como los aerosoles, las bombillas con mercurio o los desodorantes con aluminio?”.

-      “¿Por qué?. ¿Por qué?. ¿Por qué?…”.

No pude soportarlo más y pedí a mi nuevo amigo que me llevara a un lugar menos cuestionante. Allí me senté y me vine abajo. Me sentí parte responsable, parte implicada en la masacre contra la Tierra y contra otros humanos como yo. El terrible sentimiento de culpa inyectado en vena por el Cristianismo había hecho efecto en mí. Sin yo quererlo.

Alien, trató de tranquilizarme:

-      “No sé por qué te sientes mal. Estas cosas son las consecuencias de una vida dedicada a la destrucción. Con cada acción ponemos en marcha unas consecuencias. Inevitables. Es la Ley del Universo. Tu sentimiento es producto de tu cultura y eso no soluciona las cosas”.

-      “¿Y qué lo solucionaría?”.

-      “Yo, no lo sé. Pero lo que si se es que si seguís basándoos en parámetros irreales probablemente acabaréis con vosotros mismos”.

Dicho esto me invadió una sensación terrible, la de Coger a Zelda por las solapas de su abrigo de Cristian Dior y zarandearla con fuerza por su arrogante ignorancia. Pero eso no sería más que el mismo sentimiento de culpa traspasado a otra persona, que al fin y al cabo era como yo. Mejor pensar en algo más inteligente. Ellos me habían dado una lección imborrable.

Tres días después, nos encontrábamos en el lugar de partida. Un cálido abrazo anunciaba el final para dar lugar a un principio maravilloso.
-      “Pues me ha encantado conocerlas, señoras”.

-      “Y a nosotras, ¡vuelva cuando quiera!”. Contesté yo.

-      “Pues sí, quizás en otro momento volvamos a invadirles”.

-      “¡Claro, vengan, vengan. Lo estamos necesitando!”.
Y la nave desapareció en cuestión de segundos…




A partir de ahí me hice famosa pero rehusé cualquier incentivo económico y fue cuando la Nasa quiso contratarme. No sé si hice bien o mal, pero dije que no. A todo.

viernes, 27 de enero de 2012

LA GUERRA DE LAS GRASAS

EL PLANTEAMIENTO
Existen dos cosas en la vida que captan mi atención hasta el punto que obviarlas, produciría en mí lo mismo que si me faltara la uña del dedo gordo de un pie. O del otro, lo mismo daría.
Seguramente que exagero como es mi costumbre, pero cómo iba si no a captar vuestra atención para hablaros de algo tan aburrido como: las grasas saturadas y las grasas hidrogenadas o trans.
A menudo, me pregunto: Si estas dos desalmadas son tan nocivas para la salud, ¿por qué siguen estando presentes en muchas dietas, anunciándose en televisión impunemente o paseándose tranquilamente por los supermercados de todo el mundo?. ¿Acaso nos hemos vuelto graso-dependientes?. ¿O acaso se nos están despachando con ocultación y alevosía?.
¿Cabe entonces plantearse un contraataque ante cualquiera de estas dos hipótesis, por tal de mitigar este mal que afecta a nuestra comunidad?. Si es así, entonces no perdamos más tiempo. ¡Vamos a por ellas!.

RECONOCIMIENTO DEL ENEMIGO
Las Hermanas Lipidosas suelen actuar juntas. Pues saben muy bien que la unión hace la fuerza.
La Sospechosa Número Uno se llama Grasa Saturada. Y en su entorno familiar se la conoce como Sati. Es la parte física de la pareja. Valiente, osada y atrevida se ofrece totalmente visible entre las vetas de la carne roja  y los embutidos, aunque últimamente también ha tomado forma vegetal utilizando la palma y el coco como confederad@s.
*Véase fotografía nº1 para su identificación:
    
*FOTOGRAFÍA Nº1:
Primer plano de Sati de vacaciones en las Bahamas
muy sonriente por su aumento de ventas durante el invierno.


La Sospechosa Número Dos es la conocida como Grasa Hidrogenada. Su nombre de batalla es Trans. Casi tanto o más peligrosa que su hermana mayor, carece totalmente de escrúpulos a la hora de atacar a sus víctimas. Tiene mil caras y se transforma con rapidez en cualquier sustancia o producto, por lo que su aspecto y carácter son  sutiles e impredecibles. Recientemente se la ha visto merodenado por las margarinas, los chocolates, y las tartas industriales.
*Véase fotografía nº2 para su identificación:

*FOTOGRAFÍA Nº2:
Imagen reciente de Trans entre la bollería.
Posee un ojo más que su hermana porque “tiene mucha vista” ya que
toma diversas formas adquiriendo un éxito sorprendente.



ESTRATEGIA DE CONTRAATAQUE

Es necesario emprender una buena y exitosa estrategia de contraataque urgente, pues nuestro ejército y población causan numerosas bajas al año. Las pérdidas se estiman en alrededor de medio millón de militares y civiles, muertos a causa de enfermedades cardiovasculares. Una cifra muy preocupante.
De entre tod@s l@s candidat@s se han seleccionado concretamente a dos. Ambos han superado arriesgadas y dificultosas pruebas de resistencia y valor durante unos rigurosos entrenamientos. De los que destacan: rociado de grasa corporal con reactor de lípidos a presión, inmersión profunda en sebo líquido, y técnicas secretas de lucha indígena contra agentes del tipo C18H34O2 (grasa).
*Ver imagen de la Oficial A:
*Imagen de la Oficial A
durante un entrenamiento de técnicas mixtas.

*Ver imagen Oficial B:


*Imagen del Oficial B
disparando vehementemente con arma anti grasas.

La misión diseñada para obtener la total desaparición de Las Hermanas Lipidosas es la del Ataque por Familiaridad. Todas las noches durante un mes y medio, cuando no haya nadie, se lanzará la noticia de que va a haber una gran censura anti grasa y que se retiraran del mercado aquellos productos que las contengan. Hasta que tras acostumbrarse al amenazante mensaje, se relajarán incorporándolo como algo cotidiano y será entonces cuando los oficiales ataquen por sorpresa.


LA GUERRA DE LAS GRASAS


Mientras tanto…
Sati se encontraba dando los últimos retoques a unos tetra-bricks de leche entera que acababan de traer, remojándose en ellos deliberadamente para dejar su aroma y su sabor impregnados. Y Trans insertaba sus tentáculos en el último cargamento de pastelitos de chocolate con nata.
Las tres primeras veces que escucharon la comunicación, se asustaron. Pero después de un mes oyendo lo mismo, concluyeron que el megáfono necesitaba una revisión a fondo y decidieron continuar tranquilamente con sus quehaceres.
Pero un diez de mayo, todo este frenesí primaveral, se vio visiblemente afectado:
Los dos oficiales lo tenían muy claro, una sola frase inundaba sus pensamientos: LIQUIDAR AL ENEMIGO.
Armados hasta los dientes y con micrófonos de última generación, entraron con sigilo en el supermercado más importante de la ciudad. Oficial A por la derecha y Oficial B por la izquierda.
Oficial A: “¡Aquí A!. Me encuentro en la sección de bollería y esto parece estar despejado. ¿Ves algo, B?”.
Oficial B: “¡Aquí B!. Estoy en lácteos y no vislumbro al enemigo por ningún lado”.
Por su parte las dos hermanas, comunicándose a través de telepatía:
Trans: “Oye Sati, me parece que no estamos solas, creo haber oído algo”.
Sati: “¡Bah!, eso serán las dichosas frutas frescas que han traído esta mañana, algo inusual en este Super por cierto, pero parece que estén vivas las muy condenadas”.
Al otro lado de la realidad:
Oficial A: “¡Oficial B, creo que tengo a una de las hermanas localizada en la posición en la que me encuentro. He visto como una bolsa de magdalenas se movía ligeramente, voy a acercarme y atacaré a Trans!”.
Oficial B: “¡Cuidado Oficial A, puede que sea una trampa!. ¡Un momento, un envase de leche entera se ha desplazado del sitio. Creo que tengo a Sati localizada!”.
Muy acostumbrados a tratar con este tipo de maleantes, habían conseguido sorprender a Las Hermanas con las manos en la masa. El ataque se hizo inminente. La Oficial A, comenzó a disparar al envase, pero Trans muy inteligente, había cambiado de tercio ante la sospecha. Ahora se hallaba escondida en el interior de un tarro de crema de cacao.
Trans: “¡Sati, Sati. Ponte en guardia, están aquí, nos han descubierto!”.
Sati: “¡Oh cielos!, Trans me están disparando. Me hallo en charcutería y me están siguiendo. ¡Estoy herida!”.
A y B habían rodeado a las hermanas y estas se hallaban casi indefensas, pero en un acto de coraje, Las Hermanas se enfrentaron a los expertos con una complicada lucha psicológica.
Trans y Sati gritando al unísono: “¿¿¿Creéis que nos tenéis, no???. ¡Nosotras no estaríamos tan seguras!. Aunque lograseis encontrarnos entre toda esta marabunta de productos grasientos y aniquilarnos, nuestra fórmula secreta ya está impregnando todos los alimentos del país en estos momentos. Nos hemos reproducido de tal forma que a estas alturas del año, cerca de dos millones de personas morirán a causa de cardiopatía isquémica!. ¡JA, JA, JA, JA, JA!”.
Oficial A: “¡Es un farol!. El dato no es del todo cierto, es medio millón, no dos millones. Creo que intentan persuadirnos. No hagamos caso y conectemos la bomba antes de que puedan dispersar por el ambiente colesterol, diabetes y triglicéridos. Si lo hacen estaremos perdidos. ¡Moriremos en el acto de un ataque cardíaco!”.
Oficial B: “¡Oído!. Bomba conectada del lado oeste hacia el este, con explosión espectacular desde el centro”. Y comenzó la cuenta atrás. ¡En Cinco…! ¡Cuatro…!. ¡Corre A!. ¡Tres…!”.
Oficial A: “¡NOOO!. ¡Maldita sea!. Se me ha enganchado el liguero en la estantería de los Donnuts. ¿Por qué me habrán puesto este estúpido uniforme de licra indestructible?. Todo el mundo sabe que no es práctico ir a una guerra vestida así. ¡Demonios!. Si salgo de esta me voy a hacer feminista radical”.
Oficial B: “¡A...!. ¡A…!. ¿Me oyes?, se corta la comunicación. ¿Qué ocurre?. En dos segundos explotará. ¡Correee!”.
Oficial A: “¡Estoy siendo víctima del machismo!. ¿Me oyes B?. Sálvate tú. ¡Esto no tiene solución!”.
Oficial B: “¡Dos….!. ¡Estoy saliendooo!. ¡Un segundo A!. ¡Queda un segundooo!. ¿Dónde estás? ¡Correee!”.
En un arranque de rabia la Oficial empujó la estantería y con ella a rastras consiguió lo imposible. En apenas tiempo llegó hasta la salida. Y en tiempo y forma la bomba se estremeció manifestándose en un brillante y ruidoso estallido con un alcance de cuarenta metros a la redonda.
La Oficial A saltó por los aires junto con la estantería, que se liberó pocos segundos antes de que la valiente luchadora fuese a caer casualmente en el asiento del copiloto junto a su compañero. Este la observó sorprendido por su hazaña e interesándose por su estado, le preguntó:
-      “¿Estás bien?”.
A lo que la Oficial, con el traje impoluto y la cara llena de hollín y algo despeinada, contestó:
-      “¡He volado por los aires, tengo aspecto de buscona en un concierto de heavy metal, y el colesterol un poco alto!. Por lo demás todo bien”.

lunes, 23 de enero de 2012

SOLO YO O SOLO TU


He tenido la suerte de vivir la soledad en sus diversas formas de expresión: Como un “mono” maligno ante la falta de contacto humano, por el que hubiera pagado casi cualquier precio por tal de no sufrirlo (no tanto, pero queda muy pasional); y como un maravilloso antídoto que me proporciona la paz necesaria hacia un camino libre de apegos ilusorios. De las dos experiencias me quedo con la segunda. Es la más luminosa.
Se pueden encontrar seres que se debaten entre la una y la otra muy fácilmente. O que sólo conocen la una. Basta con sentarse en un banco y observar, hablar con una persona y escuchar bajo sus palabras, o entrar en un bar y diferenciar quien se toma un whisky solo o con naranja.

Estos Tomadores de Whisky Solo son difíciles de advertir pues se encubren bastante bien entre las risas y los maquillajes falsos de la noche, entre los abrazos ilegales y las disputas por la presa fácil.

Entre todo ese lascivo embrollo nocturno pasan inadvertidos envueltos en vapores de alcohol, música insistente y humo de cigarrillo. Aunque actualmente se les ve mejor debido a la ley antitabaco.
Típico logo que los hace más reconocibles

Para l@s estudios@s del tema les diré que además de la legislación, una criba muy útil para su reconocimiento puede ser la realizada después de una noche de juerga en soledad. Pues por ejemplo, ciertas Músicas Mentirosas pueden ser su mejor alid@.

Una vez, siguiendo a un Tomador de Whisky Solo disfrazada de bote de Coca-Cola para no ser advertida ni por él ni por ningún otro ser, pude obtener una de las pruebas más irrefutables de la presente investigación.

Indignado, no sé por qué razón, una tarde lluviosa sacó un papel que guardaba celosamente en uno de los bolsillos más pequeños de su chaqueta. Lo arrugó con vehemencia y lo lanzó al suelo con enérgico pesar. Era como si esa bola de papel de libreta de cuadritos le hubiese traicionado.

Me incliné a recogerlo pues debía estudiarlo con minuciosidad en la buscada soledad de mi apartamento. Después de una cuidadosa Técnica de Despliegue de Papel con guantes y pinzas incluidas, pude extender el folio, coger la plancha (que solo uso en estos casos) y alisar su superficie para poder extraer las conclusiones.

Se trataba de una lista interminable de Canciones Mentirosas que se revelaban ante mí como un desafío. Una colección agónica de títulos y letras dignas de un caballero de oxidada armadura en busca del amor imposible, al borde del suicidio.

Este nuevo reto en mi trayectoria profesional, me llevó a contactar con un Experto en Música que vivía a tres manzanas de mi humilde morada.

Se trataba de un hombre ocupado en componer canciones de ininteligible significado para los atormentados corazones de los solitari@s por obligación. Lo hacía a propósito pues era creyente de que las energías se transmiten de persona en persona al igual que un virus. Libre y despiadadamente. Y él no iba a consentir contraer ninguna enfermedad de esas.

Entre sus mayores éxitos se encontraban títulos como: “La oveja independiente”, “Déjame estar solo” o “No necesito teléfono móvil”. Todos ellos números uno en las listas de música alternativa del sello Independence & Loneliness.

La cara del experto palidecía de desconocimiento ante la tortuosa prueba que le mostré. Molesto y con gesto de sentir que estaba perdiendo el tiempo, me lanzó:

-      “¡Qué es esta barbaridad que me traes!”.


-      “Es el objeto de mi nueva investigación. Estoy siguiendo a un Tomador de Whisky Solo y…”.

-      “¡Ya claro! y ahora me dirás que te has disfrazado de bote de refresco en una tarde lluviosa y que este papelito lo lleva en su bolsillo de la chaqueta antes de lanzarlo, ¿no?”.
Y casi muda le respondí con un temeroso Sique oyó perfectamente a pesar de que sonaba a todo volumen su último gran éxito: “Ya no tomo Coca-Cola porque quiero estar solo”. Para hacerme comprender evitando dejar en el olvido mi valioso descubrimiento, proseguí:

-      Yo he pensado que esto podrá ayudarnos a desvelar porqué ciertos seres siguen pensando que la soledad es nociva y que hay que evitarla a toda costa, cuando ya hoy se sabe que cierta dosis de ella a diario es tan necesaria como el agua o el aire que respiramos”.

-      “¿Y de que refresco dices que te habías disfrazado?”.
Con esta pregunta comprendí que la fase de aceptación había concluido y me sentí aliviada. Como quería llegar a buen fin, le advertí que intuía que el mensaje oculto bajo esas letras era muy perjudicial y que tomase las debidas precauciones. Un antivirus podría ser una buena opción.
En pocos días había conseguido reunir a su grupo de música de confianza para descifrar e interpretar las letras que emergían de aquel papel. Estuvieron durante un tiempo bajo la obsesiva atmósfera de cancelación que les transmitían aquellas canciones, intentando escenificar el contenido para devolverme una respuesta. Pero no hizo falta, yo misma extraje las conclusiones.

Al volver de mi seguimiento diario del Tomador, con restos de azúcar refinado y metilimidatedol procedentes de la gran lata de Cola que usaba como camuflaje, decidí pasarme por el estudio por si había alguna buena nueva.

Para mi sorpresa el grupo de música se hallaba bajo los efectos de un tsunami emocional profundo:

El batería yacía deprimido sobre uno de los platillos, el guitarra se encontraba tendido en el suelo abrazado a su instrumento, el bajista sonaba sus jugos nasales con un trozo de papel higiénico, el teclista golpeaba con su puño cerrado las teclas de su órgano y el cantante, a quien yo le había llevado la lista,  se hallaba llorando desconsoladamente, sin más.

-      “¿Qué os pasa?”. Pregunté

-      “No lo sabemos. Estamos tristes y deprimidos, no entendemos este sentimiento. ¿Has traído Bourbon o algo?”.


-      “¡Dios mío!. ¿Habéis estado tocando toda la tarde?”.

-      “Toda entera”.

-      “Pues va a ser por eso. Os advertí que lo hicieseis con antivirus. Lo habéis activado.


-      “¿Antivirus?. ¿Activado?. N…no”.


-      “¡Traed aquí ese endemoniado papel!”.


Desconecté los cables, encendí un incienso de ruda para limpiar el ambiente de espíritus negativos y abrí las ventanas por tal de que el sol entrase en aquella habitación.

Cuando todo eso pasó escuché la grabación. Las melodías se abalanzaban intentando captarme, succionarme. Era una verdadera secta melódica con canciones que hablaban de una soledad incomprensible y malinterpretada. Personajes abandonados a su suerte, amores fracasados en el intento, viviendo sin vivir en ellos y muriendo porque no morían.

Una tal Laura Pausini, escribía:
“La soledad entre los dos,
ese silencio en mi interior
esa inquietud que va a pasar así
la vida sin tu amor”

Un grupo conocido como la Oreja de Van Gogh, cantaba así:
“Oh soledad, dime si algún día
habrá entre tú y el amor buena amistad
vuelve conmigo a dibujar
una vez más las olas del mar”

Y un cantautor moderno, joven y guapo, llamado Ricardo Arjona, decía:
“Soledad de no estar solo,
soledad de andar pensando
si valdrá algún día la pena
tanta ausencia por cantar”

¡Claro!. Esto era tremendo. Cómo no iban a estar desmoralizados los músicos y sobre todo el Tomador de Whiski Solo, que las escuchaba a diario. Era imposible no estarlo con aquellos trabalenguas tan raros y difíciles de entender. ¿Qué habrá querido decir, por ejemplo, ese tal Ricardo con lo de “soledad de no estar solo” y todo lo demás?.

Se me hacía muy duro dar el siguiente paso, pero tenía que advertir al Tomador de que si seguía así, probablemente su corazón iba a quedarse arrinconado de por vida, por creer que lo que decían esas músicas era real.

Me acerqué hasta su casa para hablar con él en persona. Llamé varias veces. El último golpeteo a la puerta la abrió sin más. El sonido chirriante de las bisagras con falta de aceite me asustó, como se asusta la protagonista en una película de miedo. Pero tenía que salvar aquella vida como fuese. Me decidí a entrar y con voz temblorosa le llamé:

-      “¡Señor Tomador!”.

(Silencio)

-      “¡Señor Tomadooor!”. Insistí de nuevo.

(Silencio, otra vez)

Anduve por la vivienda con mucho cuidado, pues a pesar de que le había visto entrar no se apreciaba ninguna señal de vida humana. Entré en la última habitación que me quedaba por registrar y mi gesto se entristeció al ver la imagen de un corazón magullado y solitario en una esquina.


Corazón solitario que dejó el Tomador antes de marchar

Quizás había llegado demasiado tarde, quizás aunque le hubiese dado mi punto de vista a cerca de la soledad no lo habría compartido o quizás simplemente se había ido a por el pan y había guardado muy bien su corazón para evitar que alguien se lo dañase más aún de lo que ya estaba.

Fuese lo que fuese, en mi cabeza y en mi corazón retumba desde entonces una frase muy sabia que dijo en algún momento de soledad buscada, un tal Arthur Schopenhauer:


“LA SOLEDAD ES LA SUERTE DE
TODOS LOS ESPÍRITUS EXCELENTES”